Queridos amigos y amigas, reapareciendo en un mundo cada vez más a tono con la ciencia ficción... Por la ciencia ficción y la fantasía!!! Es un secreto, pero nunca me fuí... Aquí estaré: pablodaniel.gandalf@gmail.com... Un gran abrazo!!!


viernes, 13 de julio de 2018

¡Y PARECÍA TAN INOFENSIVO!


                      
Xerc, Truc y Nec estaban muy nerviosos. En pocos instantes recibirían la visita de El Excelso Trin, Supervisor de Xenobiología de Primera Clase, un científico extremadamente serio y de los más destacados entre los certunianos. No era la primera vez que Trin visitaba el Centro de Investigaciones, pero esta vez no era una visita común y corriente; esta vez había algo muy importante para mostrarle.
Su proyecto consistía en el estudio de una de las especies más crueles y destructoras del universo conocido, una con la que todavía no habían tenido mucho contacto, pero que era precedida por su reputación. Era para estar preparados que querían estudiarlos y finalmente, luego de innumerables operaciones entre las cuales la más inocente era el contrabando interplanetario, habían logrado hacerse de un número bastante importante de embriones y de todos ellos, finalmente, habían logrado un espécimen en su estado adulto. ¡Solo uno!
Eso era lo que Truc le comentaba al visitante en ese momento, haciendo hincapié en todo el despliegue de inventiva y el esforzado trabajo de todos ellos para llegar a ese objetivo.
-¡Resulta curioso que una especie tan dañina resulte a la vez tan frágil y que tenga tan bajos índices de sobrevivencia!- decía El Excelso.
-¡Son extremadamente débiles!- dijo Truc.
-¡Y sumamente sensibles a los mínimos cambios en temperatura, presión ambiente y humedad!- dijo Nec.
-¡Y ni que hablar de su alimentación!- terminó Xerc.
Ya estaban frente al ser en cuestión, que tras una pared transparente, los observaba sin hacer el más mínimo gesto.
-¿Y cómo los llaman?- preguntó el visitante.
-Nosotros los llamamos “humanos”, pues es así como ellos se autodenominan.
-¡Humanos! –exclamó, mientras lo observaba detenidamente- ¡Parece tan inofensivo! No tiene exoesqueleto, ni pelaje, tiene todas sus partes blandas expuestas, no tiene garras, ni grandes dientes… ¡Ni siquiera parece muy fuerte! –Pensó unos instantes, mientras seguía contemplando al humano- ¿Este animal es capaz de destruir mundos? ¿No se habrán confundido y les trajeron los embriones equivocados? ¡Esta cosa parece ser incapaz hasta de cazar al más tonto de los “rispichis”! –dijo, soltando una risa muy certuniana. Era evidente que el visitante se estaba divirtiendo.
-Tiene razón, Su Eminencia- dijo algo avergonzado Xerc- Quizás nos engañaron.
Y agregó Nec –A nosotros nos parecía sospechoso que una especie tan peligrosa resultara tan frágil y desvalida… ¿Recuerdan que hubo que darle de comer en su boca por centenas de nuestros ciclos temporales? ¡Sino se hubiera muerto de hambre!
-¡De hecho la inmensa mayoría de los embriones que nos trajeron se murieron!- afirmó otro.
-¡Creo que nos burlaron!- dijo entonces Nec, quien ya sabía cual sería la consecuencia de haber gastado tanto tiempo y recursos desarrollando y estudiando algo que evidentemente no merecía tantas molestias y esfuerzos.
-¡Pero tienen fama de peligrosos!- protestó Xerc-
-¡Estimados colegas, creo que los han timado vergonzosamente! ¡Esa “cosa” no puede ser peligrosa! –dijo finalmente El Excelso, con un tono que sonó a sentencia.
-¡Hagamos una prueba!- dijo Xerc, fuera de sí, pues sentía que su carrera estaba pendiente de un hilo -¡Una última prueba!
Sus compañeros de trabajo, que nunca lo habían visto tan exaltado, lo miraron sobresaltados.
-¿Qué prueba sugiere?- dijo Trin, mirándolo con curiosidad.
Xerc se movió rápidamente y sacó, de un escondite de la pared a sus espaldas, una pistola láser.
-¿Qué pretende hacer con esa arma?- le preguntó el supervisor asustado.
-¡Quiero someter al humano a una última prueba! ¡Si es cierto que son peligrosos, instintivamente tomará el arma e intentará atacarnos!
-¡Pero sin aprendizaje no sabrá siquiera qué cosa tiene ante sí!- protestó Nec.
El Excelso Trin miró con profunda curiosidad a Xerc. Le llamaba la atención esa conducta tan inestable en un científico de su categoría. Estaba claro que sin aprendizaje el animal no sabría ni donde estaba el tubo de descarga del arma… Pero también sentía cierto placer al ver como alguien tan racional como Xerc se dejaba dominar por la desesperación. Así que lo instigó a seguir.
-¡Yo estoy convencido  de que esa “cosa” es totalmente inofensiva, sepa o no sepa distinguir un arma!- dijo
-¡Está todo dicho entonces!- dijo un decidido Xerc. A continuación entró a la habitación y sin ninguna reacción por parte del humano le colocó ante sí el arma.
Este se acercó lentamente a la pistola, la miró, la tocó con un dedo, luego intentó tomarla, se le cayó… finalmente la tomó entre sus manos.
-¡Era hora!- dijo entonces Trin, con una risa; los demás observaban con cierta frialdad lo que sucedía.
El arma daba vueltas entre las manos del humano…
-¿Y usted espera que “eso” tome el arma y nos apunte?- le dijo muy divertido Trin a Xerc.
Este se quedó callado.
-¿Y que sucedería –continuó Trin- si por una rarísima casualidad acciona el gatillo del arma y esta se dispara?
-¡Sería imposible! Tiene el seguro puesto y además la carga está desactivada…
Mientras tanto, el ser pálido y totalmente desprovisto de pelo seguía estudiando y palpando la pistola…
De pronto un zumbido brotó de la misma.
-¿Me parece o ese zumbido indica que la carga está activada?
-¡Bah, puede ser, mera casualidad! Pero ni siquiera toma el arma correctamente…
El humano seguía dando vueltas en sus manos el arma, hasta que encontró lo que buscaba. Al quitarle el seguro, tomó firmemente el arma y con cuatro disparos puso fuera de combate a los científicos, traspasando el cristal y sus gruesos cuerpos. Luego hizo saltar de un disparo la traba de la puerta y antes de huir se detuvo frente a los científicos para rematarlos. Uno a uno les fue dando una última descarga en el medio de su acorazada cabeza. Antes de darle el disparo de gracia a Trin este solo atinó a decir: “¡Y parecía tan inofensivo!”.

El “Incidente del Laboratorio” como le llamaron los certunianos puso sobre aviso a esta cultura sobre el cada vez más próximo contacto con la Federación y sobre todo con los humanos. Como allí también creen que “A buen entendedor pocas palabras bastan” multiplicaron por diez sus defensas y su producción de armamento.
                                        FIN




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