Queridos amigos y amigas, reapareciendo en un mundo cada vez más a tono con la ciencia ficción... Por la ciencia ficción y la fantasía!!! Es un secreto, pero nunca me fuí... Aquí estaré: pablodaniel.gandalf@gmail.com... Un gran abrazo!!!


lunes, 2 de enero de 2012

LIKAUR

Que tengan un Muy Buen Año 2012. Que les sea feliz y productivo. Quiero comenzar el año compartiendo este relato sobre un hombre lobo... uno de sus personajes será el protagonista de una historia en forma de novela que comenzaré a contar acá en breve.

                                                 LIKAUR
 “Likaur nunca quiso nacer y absolutamente no licántropo. Pero nunca le dieron a elegir.”
                 Tomado del diario de trabajo de Reginaldo de Mastak.

OJOS TRISTES, COLMILLOS SANGRIENTOS… ESTE ES UN RESUMEN DE LA HISTORIA DE LIKAUR DE URIR, EL QUE NACIÓ BAJO DOS LUNAS,  DE SU ENCUENTRO CON HERMENILDA, LA PRINCESA ASESINA Y DE ALGUNAS  COSAS QUE SUCEDIERON LUEGO.

“Licantropismo y otras mutaciones, todos ellos fenómenos registrados desordenadamente en la historia del hombre son, o consecuencia de la manipulación de fuerzas naturales o extrañas intersecciones de una en mil años.”
           Fragmento de “Historias de Magos y Alquimistas” de Sebastian       Crantev.

SIRCIR
¡Qué bella que es Sircir! ¡Qué hermosa! Me siento saludable, una parte en armonía con  todas las partes que hacemos el uno, integrado a todo lo que me rodea, creación dentro de la creación, un hilo que une lo humano y lo animal y que llega hasta lo profundo de lo creado, hasta lo más hondo de este planeta, hasta sus venas y su corazón… ¡Bella luna! Miro mis manos con detenimiento, deslizándolas sobre la superficie del gran espejo donde me contemplo… son garras poderosas, afiladas, peligrosas… Mi cuerpo se ha cubierto de un pelo vigoroso y espeso y se ha transformado en algo que no es humano, no es el Likaur de unos momentos atrás… aunque mantengo su dominio, en el fondo sigo siendo él... Me siento fuerte en este nuevo estado, pero también apacible, no violento, confortable en mi seguridad. ¡Soy un monstruo! Veo al espejo la cabeza de un ser lobuno, con ojos que si fueran humanos serían de alguien bestial… mi boca, llena de aguzados puñales, con colmillos que hasta a mí me asustan. Mis patas posteriores se han fortalecido y aunque mi marcha es más bípeda que cuadrúpeda veo que puedo andar sobre mis cuatro patas sin dificultad.
¡Estoy asombrado! ¡Debo de haber triplicado mi peso! ¡Tengo hambre! ¡Necesito comer carne! Afortunadamente tengo suficiente para una semana en el refrigerador… La devoro toda y más todavía, otras proteínas, grasas, hidratos, todo… Me gustaría salir, a correr, a saltar, a probar mis músculos de animal pero es solo un impulso, que cesa cuando me veo en una enorme caja de hormigón, mi hogar, con rejas en todas las ventanas, con una puerta reforzada y con pocas posibilidades de lograr sortear estas trabas… Prefiero mantenerme dentro y meditar… quizás lograr la comunión interior entre el hombre y la bestia… Voy hasta una de las ventanas y allí la veo… Es la luna que llaman Sircir,  La VoluptuosaLa BuenaLa Romántica… ¡Bonito nombre Sircir!

KUPTUR
Estoy tomando con enorme fuerza las rejas de la ventana, cantándole a la luna. Ahora es Kuptur, la luna que llaman La SiniestraLa RojaLa OscuraLa Sangrienta. Kuptur. ¡Es una sensación tan distinta! En cada aullido libero una y mil ansias de comer carne, carne viva y sangrante… ¡Cuánto daría, luna, por mojar mi lengua en sangre caliente y borboteante! ¡Pero estoy atrapado, preso, tras estos barrotes tan fríos e insensibles! ¡Tengo que liberarme! ¡Necesito liberarme! Si pudiera, si pudiera… no son tan sólidos y fuertes como parecen… no lo son… ¡Y soy fuerte, muy fuerte! ¡Ya estoy afuera! ¡Ya dejé atrás mi prisión! Aúllo y corro, corro por la ciudad, busco los numerosos bosques que dentro de la ciudad le dan verdor y frescura… lo hago sin pensar, hacia allí voy… y corro por esos lugares arbolados donde marco troncos con mis garras, probando mi fuerza… Salto, hago piruetas y encuentro presas en mi camino… y en ellas libero mis mil y uno deseos de muerte, de miembros destrozados, de gargantas y estómagos abiertos… ¡Ahhh! ¡Qué sabrosa la sangre fresca! ¡La carne blanda y jugosa! ¡Y ella siempre contemplándome, Kuptur, para mí la más bella e inspiradora! ¿Qué es lo que veo? ¿Una pareja diciéndose palabras de amor en un sombrío banco de una plaza? ¡Mala es esta noche lunar para tan enamorados jóvenes! Caigo sobre ellos con colmillos y garras, trozando músculos tiernos y juveniles… ¡Qué manjar! El animal vive en mí, el asesino instinto que me llama a matar… ¡Y que bien se siente! Dejé un gran charco de sangre y trozos de huesos y vísceras y ropas deshechas… ¡Voy por otra presa! ¡Soy fuerte, poderoso, animal potente y sangriento! ¡Kuptur es mi bendición! ¡Sircir es una burla! Olor a otras víctimas percibo… ¡Allá voy, bellas criaturas!

LIKAUR
El bello parque, con sus hermosas fuentes talladas en coloreados y luminosos cristales, quizás traídos de algún mundo exterior, los casi inmóviles seres que nosotros llamaríamos árboles, la corta y prolija hierba y un penetrante aroma a flores o a frutas o a estudiada mezcla de ambas  –y que olía estupendamente bien- iba recibiendo a los visitantes. Un delgado edecán, comandando una tropa de asistentes luciendo ropajes inmaculadamente blancos que resaltaban su fina figura, los fue conduciendo uno a uno hacia el interior de la residencia. Los enormes pájaros de transporte aéreo aterrizaban en el amarillo círculo de descenso y en su borde quedaban, murmurando noticias de última hora, bebiendo o comiendo las ligeras vituallas que les eran proporcionadas inmediatamente.  El hermoso castillo, propiedad de Harold Quintus, uno de los ingenieros mágicos más viejos y respetados de Stapledon, un mundo muy parecido a la Vieja Tierra, en el que nos encontramos, pronto tuvo en su sala principal a cinco de los más prominentes tecnomagos del planeta.
Resulta sencillo, por extraño que parezca, describir la decoración del enorme salón. Es que el propietario del castillo disfrutaba de la sobriedad y no le gustaba alardear de todos los lugares –algunos obviamente muy distantes- en donde había estado durante toda su esta-vida. Su misma profesión, la de ingeniero mágico, aunque lo había llegado a viajar a lugares muy extraños y a recibir además obsequios de la más amplia procedencia lo había hecho apreciar la sencillez y la frugalidad y por eso el interior del gran salón era una exhibición de tallas de madera, en su color natural, con tapices representando hechos mitológicos confeccionados en tejidos naturales que cubrían todas las paredes, desde el techo hasta el piso. Este  también estaba cubierto de una delicada trama de tejido no-sintético, confeccionado con el pelaje de los animales que pastaban en sus extensos prados.
Mientras describía rápidamente la decoración del salón, se han sentado  los cinco hombres de cierta edad  a una hermosa mesa de madera e inmediatamente les han traído licores y pequeñas fuentes con pasteles de variadas formas y sabores, horneados allí mismo. El aroma de lo recién hecho y la calidad de la bebida no lograba suavizar cierta tensión que se respiraba en el ambiente.
De pronto Harold, el anfitrión, dijo:
-Estimados amigos, dado el propósito de esta reunión me tomé la libertad de invitar a uno de los protagonistas de la historia que nos trajo aquí hoy… ¡Que entre ya!- gritó a una de las amplias puertas que daban al salón.
Por allí apareció un hombre bastante joven, visiblemente amedrentado.
-Toma asiento- le dijo Harold, indicándole una silla.- El es Xentrinac, el estudiante y creador de ya saben qué…
-Ahhhh- dijo más de uno, observando con ojo crítico al recién llegado.
-Comencemos- dijo finalmente Harold.
 Pronto entraron en tema y no precisamente por la excelente acústica del lugar o por un desarrollado sentido auditivo se lograba escuchar claramente  lo que se discutía en torno de la mesa … estaban hablando bastante alto y en ocasiones llegaban a gritar sus argumentos…
-¡Tenemos que matarlo!-dijo exaltado uno de los tecnomagos más conservadores y quién defendía más firmemente esa opción.
-¿A mí?- dijo Xentrinac terriblemente asustado.
-¡A ti no, estúpido, a tu bestia!
Xentrinac suspiró, aliviado…
-¡No, no, no podemos quitarle la vida luego de habérsela dado...!-afirmó otro, con igual firmeza.
-¡Estimados amigos, escúchenme por favor!-el que hablaba ahora era alguien cuya voz irradiaba paz y razonabilidad, sin duda de preclara inteligencia y muy respetado- Cada uno de nosotros ya tiene una posición, pues hace ya varias horas que venimos pensando en esta reunión. Lo que está claro es que, lo matemos o no, tenemos un problema y los problemas hay que resolverlos…
-¿Y tú qué opinas? –le preguntó Octavio, otro de los viejos ingenieros mágicos,  de sopetón a Xentrinac, que hasta ese momento se había limitado a escuchar…
-¡Si, cuéntanos, explícate!- le dijo otro -¡Por más que el mal ya está hecho!
-Nunca quise hacer mal…-dijo tristemente Xentrinac- solo quería terminar esta fase de mis estudios de ingeniería mágica con algo que fuera distinto, algo por lo que ser recordado…
-¡Y vaya si serás recordado! ¡Tu invento mató a doce adultos, ocho adolescentes, cinco niños y veinticinco mascotas de todo tipo!- dijo uno de los ancianos.
Otro agregó -¿Por qué no contentarse con aprobar el curso como lo hacen tantos otros cientos de estudiantes?
-¡Claro!- dijo uno más- Fabricando ilusiones, plantas extrañas, mecanismos complejos, algo útil para los hogares de los habitantes de este mundo…
Se turnaban en redondear la ácida crítica – ¡Pero no! ¡Tenías que crear un hombre lobo!
-¡Y tenías que dejarlo escapar!
-¡Con hambre!
-¡Si, con hambre!
-¿Qué haremos ahora? Somos muy respetados pero murieron muchas personas…
-¡Si, doce adultos y ocho adolescentes!
-¡Y cinco niños!
-¡Y no nos olvidemos de las veinticinco mascotas!
-¿Qué haremos? ¿Tienes idea de lo crítica que es nuestra situación? ¡Hablan de cancelar todos los cursos de ingeniería mágica en este planeta!
-¡Aquí, que es un planeta famoso por sus ingenieros mágicos!
-¡Es increíble llegar a esta situación!
-¡Todo porque tenías que demostrar que el mito del hombre lobo podía ser verdad!
-Bueno, la idea no era tan mala, la verdad, hacía mucho que no veíamos un hombre lobo… -dijo pensativamente otro de los cinco.
-¡Pero nunca debió dejarlo escapar!
-¡Nunca y menos con hambre!
Xentrinac soportaba estoicamente la andanada de críticas. De pronto uno dijo:
-¡Hay que matarlo!
-¡Si, hay que matarlo!
Xentrinac en ese momento se puso de pie. Su cara estaba roja y se sentía sumamente acalorado.
-¡Basta, por favor! Es cierto que nunca tuve intenciones de provocar daños, como también es cierto que subestimé a la bestia… Pero es que en su primera transformación, con Sircir, se convirtió en un ser monstruoso pero afable… parecía domesticado… ¿Cómo iba a imaginar que con Kuptur  iba a escapar y asesinar gente?
-¡Asesinar y comérsela, Xentrinac, también se la comió!
-Está bien… nunca pensé en eso, para mí era solo un experimento, un desafío, de la nada crear un ser de leyenda, algo mitológico, un humano que al influjo de la luna llena se transformara en lobo… y ese es el problema…
-¿Qué, otro problema?
-Si, es otro problema y es por lo que me opongo a que lo mateis…
-¡No, no, nosotros no lo mataremos, lo matarás tú!
-¡Es que no estoy de acuerdo! El es lobo solo mientras hay luna llena, sea Sircir o Kuptur, pero el resto del tiempo es humano… ¡Totalmente humano! ¡Tan humano como nosotros!
-¿Y a qué quieres llegar?
-¡A que si lo matamos mataremos al lobo, pero también mataremos a un ser humano y eso es tan asesinato como los que el cometió!
-¡Si, a diferencia de que nosotros no nos lo comeremos! ¿Y que sugieres que hagamos?
-Podemos encerrarlo mientras haya luna llena y dejarlo libre mientras no la haya…
-¡Vamos! ¿No pensaras seriamente en eso? ¿Y si en algún momento le perdemos el rastro, si se oculta, si no lo encontramos, que haremos?
-Tampoco podemos pasar toda su existencia encerrándolo cuando haya luna llena…
Xentrinac pensaba, hasta que dijo: -¿Y si lo llevamos a un planeta que esté deshabitado?
-No es mala idea…
-¿Y si por algún accidente llega alguien a ese planeta?
-¡Volverá a las andadas!
-¡Matará y comerá!
-Podemos llevarlo a un planeta deshabitado y que no tenga luna…-dijo pensativamente Xentrinac.
-¡Eso es algo más razonable!
- ¡Claro! ¡Estoy de acuerdo!
-¿Ven como el muchacho no es tan tonto como parece?
-¡Estoy de acuerdo, no matará más y no cargaremos nosotros con una muerte!
-Seguramente en los confines habrá algún mundo sin colonizar.
-Sin colonizar y sin luna…
-¿Todos estamos de acuerdo?
-¡Yo quiero matarlo!
-Quizás lo estás enviando a la muerte, pero no será responsabilidad tuya…
-De ninguno de nosotros.
-¡Está bien!
-Tú, Xentrinac conducirás la nave, buscarás un planeta y lo dejarás allí… y te damos un plazo de… diez ciclos planetarios… ¿Está claro?
-¡Está claro y mil gracias!
-Pero no creas que con esto saldarás tu cuenta con nosotros… ¡Tu negligencia tiene que ser castigada, así sirve de ejemplo a todos los estudiantes de aquí!
-¡Demasiadas personas perdieron la vida por tu culpa!
-¡Si, doce adultos y ocho adolescentes y cinco niños!
-¡Y también veinticinco mascotas!
Xentrinac agachó la cabeza –Está bien, aceptaré con gusto el castigo que ustedes decidan- y salió presuroso, pues no era excesivo el tiempo del que disponía.

HERMENILDA, LA PRINCESA ASESINA.
El príncipe Rogelio El Bueno, parte de la realeza del planeta llamado Belmonde, situado casi en los confines de lo conocido,  estaba realmente conmovido. Ante sí tenía a sus tres principales consejeros.
-¿Cómo pudo pasar?- les decía -¿Cómo pudo suceder semejante monstruosidad?
-No sabemos todavía como logro escaparse, pero lo hizo, Su Eminencia…
-¿Y los guardias? ¿Y las rejas? ¿Y el foso? ¿Y todos los otros dispositivos de seguridad? –continuó lamentándose el príncipe.
-Los guardias están todos muertos… pero solo les arrancó la garganta, pues ya sabemos que no le gusta la carne de soldados, lo más atroz vino luego, cuando llegó al poblado… Los dispositivos de seguridad fallaron todos, las alarmas sonaron pero se tardó mucho en responder, las rejas fueron arrancadas de cuajo, el foso fue limpiamente saltado…
-Señor, es como si en todos estos años que la ha encerrado durante la luna llena, el mons… -y contuvo su lengua- quiero decir, esa presencia extraña, hubiera acumulado fuerzas y odio y hambre también hasta que llegara el momento de escaparse.
-¡Ah, hermana, hermana mía, tan dulce y tan bella, menos durante la luna llena! ¿Cuánto gente mató?
-Mató a treinta personas en total, Su Eminencia… a algunos de ellos también los devoró…
-¡Por el Dios Unico! ¿Ya la capturaron?
-La capturamos y está bien, aunque sumida en la melancolía… el Rey quiere saber que hará al respecto, Señor…
-¿El Rey quiere saber? ¿Por qué no encuentra al tecnomago capaz de revertir la maldición que sufre mi hermana desde temprana edad? ¿Por qué no ayuda a que finalmente dejen de decirle Hermenilda, La Princesa Asesina? ¿O acaso se olvida el rey que fue por los servicios de mi familia a su corona que un ingeniero mágico descarriado y pagado vaya a saber por qué enemigo suyo maldijo a mi tierna hermana?
-El sabe eso, mi señor, por eso es que os da tiempo para que logres solucionar este problema. Su Majestad insiste en que le tenemos que dar la seguridad a nuestros gobernados de que este episodio no sucederá jamás.
-¿Y que solución sugiere, si sugiere alguna?
-Este, bueno, sugirió dos, Señor…
-Ah sí… supongo que no habrá tenido el descaro de mencionar la muerte de mi hermana, espero que no… ¿y la otra?
-Veo que su sabiduría crece con el tiempo… la otra es el destierro.
-¿El destierro?¿Y que quiere decir con eso?
-Que pondrá a su disposición todos los recursos que necesite para buscar un planeta en donde no haya humanos y en donde pueda dejar a la princesa confortablemente instalada, hasta que logren encontrar una cura para su maldición.
-¿Dejarla sola? ¿En un planeta desconocido y deshabitado? ¿Pero ha enloquecido?
-No mencionó que la dejara sola, sino sacarla de este planeta y que sería conveniente llevarla a otro en donde no haya humanos.
-¡Mi hermana querida sola, lejos de mí y en un planeta deshabitado, no descubierto todavía!
-Insisto en que no tiene por qué vivir sola, Su Eminencia…
Hubo miradas…
El consejero continuó –Si la llevara a un planeta sin luna, sería seguro para ella y no tendría inconvenientes en reclutar un séquito para que viva con ella…-
-¡Si, sería seguro para todos!- exclamó otro.
-Teneis razón, esa puede ser la solución… pero tenemos que encontrar un planeta…
-No es necesario que lo haga usted, Su Eminencia. Alcanza con armar una nave y que se oriente hacia los extramundos… seguramente allí habrá algún planeta como el que necesitamos para Su Alteza Hermenilda…
-Bien, bien… -el príncipe no se sentía bien, pero no tenía muchas opciones- Hablaré con mi hermana… Tú, comienza a equipar una nave… tú, comienza a preparar una comitiva y tú, vé con el rey y su corte y comunícale mi decisión y que todo lo hago para su satisfacción.
-Excelente, Señor.
Había alivio en los consejeros, pero intranquilidad en Rogelio El Bueno, quien quería mucho a su hermana.

LIKAUR
Xentrinac llegó hasta donde estaba confinado Likaur. Finalmente, luego de su transformación a humano, habían logrado atraparlo gracias a los datos que el aportó sobre su identidad.  Ahora  estaba custodiado por paredes más anchas, rejas más gruesas y multitud de dispositivos de seguridad, de la más alta tecnología mágica. Abierta la puerta, Likaur luce además encadenado –“Vigorosamente encadenado” pensó Xentrinac-.
-Hola- dijo -¿Sabes quién soy?
-No, no lo sé… ni siquiera sé porqué estoy encerrado y encadenado, privado de mi libertad…
-Es una historia larga de contar y lo haré mientras viajamos. Baste decir que te llevaré a un lugar donde serás libre, totalmente libre y en donde puedes llegar a ser feliz…
-¿Me sacarás de aquí?
-Si, lo haré, en este mismo momento, pues ya está todo preparado…
-¡Eso me llena de alegría! ¿Pero quién eres?
-Podría decirse que soy tu creador… tu, bueno, fabricante, inventor, o tu padre también…
-¿Mi padre?
-Si, es una forma de decir…
-No es algo que en este momento me parezca tan relevante de todas formas…
-Puede ser que no sea lo más relevante, tienes razón… ahora tenemos que salir de aquí… y si tienes preguntas te las contestaré luego… ¡Guardia! Libérelo de sus cadenas, por favor… ya nos marchamos…
El guardia entró con un compañero y con grandes precauciones desactivó las cadenas de Likaur, por lo menos para permitirle caminar... Luego, cuando este marchó acompañado codo con codo con Xentrinac fueron custodiados por cuatro guardias más, quienes no solo estuvieron junto a ellos en el transporte aéreo sino que los acompañaron hasta el interior de la misma nave hiperespácica, allí donde viajarían a buscar un planeta en los confines, un planeta desierto y sin luna.

HERMENILDA
En la nave reinaba la tristeza… tristeza en la despedida de los parientes que quedaban en el planeta, tristeza durante el viaje y tristeza ahora que habían descubierto, finalmente, luego de dos meses estándar de búsqueda, un hermoso planeta habitable, con una atmósfera aceptable y sobre todo deshabitado y sin luna… El príncipe había insistido en ser él el que participara en la búsqueda, para estar lo más posible con su hermana y en ese momento junto a  la princesa contemplaban desolados la bajada de todos los enseres y materiales que dejarían en el planeta, junto con varias familias completas, entre las cuales estaban representados todos los oficios necesarios para que la pequeña colonia funcionase, desde médicos y maestros hasta mecánicos y soldados. Llevó casi un mes estándar que las instalaciones quedaran lo suficientemente apropiadas para que el príncipe les diera el visto bueno… allí dejaría a su hermana y no sabía si algún día volvería a verla. Fue triste la despedida…

LIKAUR
Conversaron mucho durante el viaje… Xentrinac le explicó a Likaur como había sido concebido, porqué lo habían desterrado y que era lo que buscaban… y finalmente encontraron. Un planeta deshabitado y sin luna. Allí descendieron, con todo lo que cualquier humano podría necesitar o los medios para lograr lo que necesitara. Le dejó en pie una sencilla aunque hermosa cabaña, un sintetizador de alimentos -aunque también le dejó abundantes instrucciones, semillas y herramientas para que pudiera cultivar la tierra- e instalaciones para que pudiera generar energía permanente y sin muchos problemas. Además la cabaña quedó instalada cerca de un caudaloso río, para que no tuviera nunca problemas de agua. Tuvo además la buena idea de dejarle todo tipo de libros, en distintos formatos, en papel, para ver en pantalla, para aprenderlos durante el sueño, muchos… de esa forma Xentrinac estaba convencido de que Likaur no solo sobreviviría sino que también sería feliz, quizás hasta más que el mismo… pensó que irónicamente lo más posible es que fuera más feliz que él.
La despedida fue simple, pero muy emotiva. Había nacido entre ellos una amistad, de esas que nacen con las desgracias compartidas, que estaban seguros que nunca se rompería. Likaur se quedó con todo un mundo para descubrir y toda una vida para vivir y Xentrinac se marchó a esperar la sentencia del Consejo de Ingeniería Mágica de Stapledon.

URIR
Era un hermoso mundo, algo salvaje, pero no tenía predadores muy peligrosos. Tanto Likaur como la corte de Hermenilda pensaron que, si bien habían sido castigados y desterrados, habían ido a dar a un lugar muy parecido al paraíso de la mitología, ese lugar que se les promete a todos los practicantes de cualquier religión como premio a su sumisión y buen comportamiento. Así se sentían… aunque había sido exactamente al revés, pues habían ido a dar a ese planeta porque sus crímenes no podían ser perdonados.

LIKAUR Y HERMENILDA
La granja de Likaur fue descubierta accidentalmente por un explorador de Hermenilda, a los seis meses estándar de la llegada de ésta al planeta. Siguiendo órdenes de la princesa se le pidió a Likaur comparecer ante ella, pues sentía verdadera curiosidad de cómo había llegado hasta allí, siendo un planeta en donde no tendría que haber más humanos que ella y su comitiva.
Cuando se vieron finalmente, quedaron perdidamente enamorados. Es que sin ser concientes de los que los unía, sus cuerpos percibían ese mismo destino, ese mismo sello, el olor de la bestia en ellos… Fue así que Likaur dejó su casa y cultivos a un matrimonio de los que habían venido con Hermenilda y se casó con la princesa… y mucho podría decir del reinado de Likaur y Hermenilda en ese planeta que llamaron Urir, El Mundo Sin Luna. Pero lo más importante para este relato quizás sea que unos años después fueron nuevamente descubiertos por una nave de la Federación, fueron reconocidos formalmente como reyes de Urir y comenzó un movimiento migratorio hacia el planeta que cambió sus vidas totalmente. Todos los que habían integrado la expedición inicial formaban ahora parte de la nobleza, con grandes extensiones de tierra, en donde los recién llegados habían descubierto riquezas minerales sin fin, además de vastas extensiones para cultivar especies comestibles… A todo esto, los reyes ya tenían cinco hermosos vástagos… mucha fortuna, prestigio… dueños de un mundo que hasta aparecía en los mapas estelares… Urir, El Planeta Sin Luna.

Era bella la vida en Urir para los dos reyes, pero estaba también cubierta con un velo de amargura y resentimiento… no se olvidaban de que habían sido desterrados de sus respectivos mundos natales, ni se olvidaban de que en el fondo de su ser, en lo profundo de sus personalidades, había algo que intentaba hablarles y que les resultaba imposible escuchar… y eran muchas las noches  que soñaban con planetas con lunas, soñaban con sangre y entrañas… ellos lloraban su triste destierro y anhelaban escapar de su trampa.

EL FINAL
Los años fueron pasando y los ingresos económicos de la real pareja eran tan importantes que llegaron a tener su propia flota de naves interplanetarias y pudieron salir de vacaciones a otros mundos. Eran una familia muy unida, Likaur, Hermenilda y sus hijos, nueve hermosos vástagos… Una vez por año estándar partían de viaje a distintos planetas, toda la familia y elegían siempre mundos con por lo menos una luna. Eran realmente vacaciones de liberación, de expansión espiritual, de comunión con lo más primitivo de su ser, con lo más animal, literalmente hablando.
Nunca llegaron a vincular las vacaciones de la familia real de Urir en determinados planetas con las numerosas muertes y desapariciones en zonas rurales que solían acontecer durante ese mismo período, ni siquiera cuando ya, Likaur y Hermenilda envejecidos, pero con más hijos e hijas y numerosos nietos formaban un inquietante –y hambriento- grupo familiar.
Si alguien pregunta qué catástrofe o fenómeno puede hacer desaparecer un pueblo entero en una sola noche, diré que solo una manada puede…
Una vez al año parten de vacaciones hacia cualquier parte… si tu mundo tiene luna y está habitado por humanos ten cuidado, puede ser que a la realeza de Urir se le ocurra visitarlo.
                                          
                                           FIN