A pesar de que desde muy temprano
trabajaba duramente, Finesin Tomuald estaba de un ánimo inmejorable. Ya hacía
varias horas que contestaba preguntas y orientaba a los humanos y no humanos que
pasaban por allí. Encontraba vendedores que desfilaban con sus mercancías hacia
el bosque donde se realizaría el festival, otros que sencillamente se
instalaban allí con sus tiendas portátiles, en esa gran explanada y que
inmediatamente después de montar las estructuras comenzaban a desplegar sus productos
y, más numerosos, los visitantes que simplemente venían a disfrutar del
acontecimiento.
Como no se permitían vehículos de
ningún tipo en el bosque, se había acondicionado un prado cercano para que las
naves aéreas de todos tamaños y los vehículos terrestres de distinto porte en
que llegaban las visitas fueran dejados allí. Los visitantes pasaban luego a la
inmensa plaza de donde partían, claramente señalizados, los caminos que se
internaban en el bosque y que conducían al festival.
La satisfacción de Finesin estaba
plenamente justificada pues si el evento era exitoso –y con la cantidad de
visitantes que estaban llegando esto parecía seguro- ganaría suficiente dinero
como para recuperar con creces lo invertido en dinero, tiempo y esfuerzo.
Estaba aconsejando a un grupo de
bellas turistas sobre cuál de los múltiples caminos debían tomar cuando uno de
los asistentes que atendía la tienda de Aurolín le comunicó que un señor del
gobierno lo estaba esperando.
Finesin, además de ser uno de los
organizadores del festival era dueño de “El Rosal Temblequeante”, una tienda en
donde se vendían todo tipo de ingredientes mágicos, siendo la más grande, añeja
y conocida en la comarca. Allí no solo se vendían ingredientes en bruto o
apenas procesados, sino también muchos en estados avanzados de preparación y
mezclas casi prontas para su uso.
Preguntándose para sus adentros quién
sería su visitante, llegó a su tienda. No era “quién”, sino “quiénes”.
Allí estaban dos altos y robustos
hombres, en actitud de firmes, derechos y rígidos como tablas, que rápidamente
se presentaron. Con sus rostros bien afeitados y sus cabellos cortos, junto con
sus severos uniformes planchados y brillantes, parecían soldados, que no…
-¿Inspectores de qué me dijeron?
Sin impacientarse, repitieron su
presentación…
-Somos los agentes Brungo- señalando
hacía sí mismo- y Tingue –señaló a su compañero- de la Agencia Federal de
Control de Aquelarres…
-Y otras actividades
similares…-continuó el otro.
Finesin los miró a ambos ¿Agencia
Federal de Control de Aquelarres? ¿Y justo este día?, pensó para sí.
-¿Y a qué se debe su honorable
visita?
-Necesitamos hacerle algunas
preguntas…-dijo Brungo
-Como organizador de este evento y
como comerciante, usted parece ser la persona indicada para responderlas- dijo
Tingue.
Preguntas, preguntas… pensó Finesin
Tomuald.
-Vayamos a mi despacho- dijo y los
condujo hasta una pequeña sala en donde sin duda disfrutarían de más privacidad.
En tanto, sus colaboradores continuaban
atendiendo a la clientela que por momentos parecía desbordar el lugar.
-Tomen asiento- les dijo,
señalándoles unas poco cómodas pero muy bonitas sillas- ¿Desean beber algo, té
quizás? También tengo jugo fresco de caléndulas, sin alcohol, por supuesto…
-Té, si no es mucha molestia- dijo
Brungo.
-Tiene un buen negocio aquí- dijo
Tingue.
-Más o menos, no crea que es tan
bueno-dijo Finesin- Tendrían que venir en un día normal- agregó, mientras
preparaba tres tazas de té extremadamente aromático, que sirvió junto a un
cuenco con miel –Sírvanse por favor- les dijo. A continuación se sentó tras su
escritorio. Allí, justo debajo de la taza humeante, estaba el folleto con la
Golondrina E-11 en todo su esplendor… ¡Hermosa! La nave biplaza que lo había
puesto en todo este berenjenal de trabajar sin descanso desde hacía semanas y
peor todavía, atender visitas no esperadas.
Todo había comenzado con el sueño de
poseer una nave que le permitiera viajar a otras ciudades, visitar familiares
lejanos, ir a ferias extrañas a mostrar sus productos y todo eso sin tener el
temor de caer en picado o de quedar varado en algún lejano territorio. Es que
la nave que usaba actualmente ya hacía tiempo que había llegado a la edad de
jubilarse. Necesitaba cambiarla y nada mejor que por una Golondrina E-11, una
nave esbelta, hermosa, rápida y sobre todo, nueva. Pero la verdad era que no
ganaba lo suficiente para comprársela.
No era que sus ingresos fueran
malos… su negocio funcionaba, era reconocido por su calidad y seriedad en mucha
distancia a la redonda pero lo que ganaba debía reinvertirlo lo más
atinadamente que podía en su mismo negocio. Invernaderos más grandes,
climatizadores más potentes, fabricar y vender sus propios composts
semimágicos… todo eso costaba mucho dinero. Y si bien sabía que sus ingresos
mejorarían con sus inversiones, también tenía claro que tardarían en ser lo
suficientemente abundantes como para adquirir una preciosidad como la E-11.
Y luego habían sucedido dos cosas que lo habían
acercado más a este momento.
Primero, el Consejo de Aurolín –que
así se llamaba el pueblo donde vivía- lo había invitado a conversar
cordialmente sobre algo que los estaba preocupando. En la reunión con el
Consejo en pleno, Finesin se enteró de que ellos tenían su misma preocupación:
la falta de dinero. En su caso querían dinero para obras comunitarias… reparar
calles, agrandar las obras de saneamiento hasta cubrir todo el poblado –había
aumentado población y superficie en los últimos años-, la necesidad de un
hospital más grande y otra escuela, poder financiar una banda de música y otras
cosas, tantas que Finesin quedó asombrado sino por la ambición de los
concejales, por las posibilidades de mejorar los servicios que existían.
Estaba claro que si los concejales
necesitaban más dinero –un objetivo en común- y le daban la oportunidad de
ganar más juntos había poco más que hablar. Sin embargo preguntó -¿Por qué yo?-
-Por su seriedad e iniciativas. Usted
ha sabido crecer y mejorar sus servicios, se relaciona bien tanto con humanos
como con los no humanos y pensamos que puede ser la persona que necesitamos.
-¿Así que creen que puede haber
posibilidades de aumentar nuestros ingresos?
-¡Estamos convencidos!- le habían
contestado- Pero no podemos pagarle una cantidad fija de dinero… Sus ingresos
dependerán de los resultados de su trabajo.
-Solo tenemos que fijar un
porcentaje para usted…
-¿Ganaré un porcentaje de la
ganancia?
-Un porcentaje razonable de las
ganancias netas…
-¿Un quince por ciento quizás?
-Un diez por ciento suena mejor…
-Un diez por ciento y exoneran
cualquiera de mis negocios y propiedades de todo impuesto y tasa…
Los seis hombres y mujeres se
miraron y finalmente uno habló:
-De acuerdo…
Y hasta le habían concedido un
título oficial: “Procurador Excepcional de Dinero para la Comunidad”.
Así había comenzado todo.
A los pocos días ya había elaborado
varios borradores con ideas, algunas descabelladas debía reconocer, de cómo la
comunidad podía ganar dinero.
De todas esas ideas, una le atraía
mucho ya que creía que podía ser viable. Se trataba de la Red de Protección que
cubría Aurolín y que estaba seguro podía ser mejor utilizada. Esta Red era un
entrelazado energético que cubría la población e impedía el pasaje de cualquier
ser de gran tamaño. Era una antigua creación diseñada específicamente para
dragones e instalada en la época en que hordas de estos seres transitaban los
cielos. Estas migraciones, en general ocurrían bastante puntualmente dos veces
al año… pero no siempre había sido así.
Pero mucho tiempo había pasado desde
esos días. Se suponía que ya no había hordas ni migraciones de dragones. Es
más, él estaba convencido de que la Red no era necesaria. ¡La mantenían más por
tradición que por peligro real! Por lo que sabía –y bien que él lo sabía, pues
trataba con todos ellos- a quinientos kilómetros a la redonda solo había cuatro
dragones, Astocian, Trono Verde, Ascápular y Festiva y ninguno de ellos era
partidario de mezclarse en los asuntos de los humanos y menos invadir algunos
de sus poblados… aunque es cierto que Trono Verde en una ocasión se había
enamorado de una chica, si, si, de una chica bastante agraciada creía recordar
y se había puesto algo impertinente, con sus toses de humo, sus aleteos
sombríos, sus espectaculares aterrizajes en los cultivos de las afueras… Si,
Trono Verde había sentado un mal precedente… Pero el riesgo, si existía alguno
en la actualidad, podía venir solamente de algún dragón exiliado o
recorremundos o, si podía darse crédito a algunos rumores imprecisos –tanto que
más bien parecían fabulaciones-, de alguna horda errante, que sin ruta fija y
por supuesto sin fecha convenida de aparición, pudiera andar trastocando la
vida normal de los ciudadanos.
Finesin sabía que la misma energía
que se utilizaba para la Red
de Protección podía utilizarse para otras cosas, como iluminar calles, o hacer
funcionar fábricas de lo que fuera, o recargar las baterías de coches rodantes
o volantes… sabía que era posible.
Aunque era impensable que la Red
dejara de funcionar –los pobladores no lo permitirían- podrían fácilmente
generarse excedentes y comercializar éstos y estaba seguro de que con algún
esfuercito extra de los operarios o quizás aumentando su número –algo más
probable- esto podría lograrse.
Ni siquiera era un trabajo de gran
desgaste, pues sencillamente se trataba de canalizar y redireccionar la energía
cósmica que se absorbía por un enorme capturador –una enorme pantalla aérea-
que había en el poblado… Ahora… ¿Cuánto dinero podría ganarse? ¿Cuántos
operarios más se necesitarían? De eso no tenía idea y estaba en su despacho, totalmente
enfrascado en números y cálculos cuando regresaron los visitantes.
-¡Me encantó! ¡Me encantó!-
exclamaba el hombre que de pronto tuve frente a mí. Algo afeminado –bastante
debo agregar-, el célebre periodista Pulin Tote –si, el mismísimo Pulin Tote
del famoso programa “Dimensiones Mal Dimensionadas”- gesticulaba frenéticamente
mientras me explicaba con lujo de detalles sobre su entrevista a las brujas del
Bosque Oscuro.
No tengo ni idea de cómo había
llegado a sus oídos la existencia del aquelarre del Bosque Oscuro –éste era un
extenso y antiguo bosque contiguo a Aurolín- y de cómo se le había ocurrido
hacerles una entrevista. Había aparecido con su equipo completo… chofer,
cameraman, maquilladora, sostén psicológico y una fornida pero no desagradable
del todo guardaespaldas y me había rogado que lo guiara hasta las brujas.
Realizada la entrevista, ya estaban
de regreso.
-Me alegro de que la entrevista haya
sido un éxito… -dije, en cuanto tuve oportunidad- Ellas me caen muy bien,
además de ser clientas de hace mucho tiempo.
-Siii, estuvimos hablando de usted…
¡Dicen que su tienda es magnífica y que vende todo tipo de hierbas y componentes mágicos!
-¿Ah, si? Este, si, algo le había
contado antes… ¿no? es una tienda en donde se encuentra casi todo lo necesario
para curaciones, conjuros, amuletos… casi todo. Me honra que hayan hablado bien
de mí.
-¡Claro! Lo aprecian mucho… aunque
dicen que es usted un poco, bueno… ¿Retraído? ¿Introvertido quizás? ¿Quedado?
-¿Y eso por qué?- dije, casi
sonrojado- No entiendo por qué piensan eso de mí…
-Pues me contaron que varias veces
lo han invitado al Festival y usted nunca aparece…
-¿Al Festival? Nooo, y nunca me
verán allí… ¿Usted sabe de qué va ese Festival?
-¡Siii, me contaron y me encantó!
¡Este año vendré! ¡Me invitaron!
-¡Pero es peligroso! ¿Le contaron o
no?
-¡Claro que me contaron! ¡Pero a
usted todo lo asusta! Vendré y traeré un equipo mucho más grande para realizar
grabaciones y muchas, muchísimas, entrevistas… ¡Sé que será un éxito! Además lo
promocionaré lo más posible… Es una pena que no aprovechen el festival para
hacer popular este pueblo… Sería algo fenomenal… ¿Lo ha pensado?
-¿Usted cree?- pregunté, algo
ofuscado- ¿Le dijeron que se reúne un gran número de brujas en ese festival?
¿Le dijeron que se fabrican y se beben las pociones con los efectos más
lujuriosos de los que haya oído hablar? –y acentuando un poco las palabras le
dije- ¿Le contaron que también lo llaman El Festival de Todos contra Todos?
-¡Que divino! ¡Claro que me contaron
eso!
No sabía que más decirle… Si hasta
los trolls y animales salvajes huían del bosque durante los días que duraba el
Festival… ¡Nadie escapaba de los concurrentes y de las mágicas recetas de las
brujas!
-¿Y a usted le parece que a su
público le gustará eso?- insistí
-¡Claro que sí! ¡Usted porque vive
encerrado en un armario, lo digo con todo respeto por supuesto, pero sí, a
muchos les encantará! ¡Tanto que muchísimos desearán venir aquí!
-¿En serio?- Estaba sorprendido y repentinamente
también muy interesado.
Algo pesado como un martillo,
totalmente luminoso, me golpeó la cabeza fuertemente. ¿Era esta la oportunidad
que había estado esperando?
Tomé aire y pregunté: -¿Usted
promocionaría el evento si le dijera que los visitantes llegarían directamente
desde aquí al bosque y que habrá puestos de venta de comidas y otros servicios
básicos para ellos?
-No creo que la comida sea lo más
importante, pero sí…
-Y hoteles, hospedajes, lugares
donde dormir…
-¿Dormir? ¡Le aseguro que nadie que
venga al Festival pensará en dormir!-dijo riendo a carcajadas, codeándose con
sus acompañantes.
-Está bien, lo que usted diga…
-No me trates de “usted”, por favor…
que yo también te trataré de “tú” a
partir de ahora… además me dijo una de las brujas que has tenido alguna que
otra aventurilla con ella… ¿es cierto?
-¿Una… aventurilla? No, no recuerdo…
¿Qué más le… digo, te contó?
-Nada más… solo recuerda que ellas
te aprecian mucho, especialmente una de ellas y que piensa mucho en ti… Lo que
te sugeriría es ir a hablar con tus amigas del bosque y de esa forma organizar
todo de manera que el próximo festival, que yo tendré el privilegio de
promocionar con todaaas mis fuerzas y que además vendré a disfrutar… ¡Sea un éxito total!
-Gracias, has sido muy amable,
realmente. Te aseguro que iré mañana mismo a hablar con las brujas ¡Gracias!
-¡Gracias a ti!- me dijo,
estampándome un sonoro beso en cada mejilla, algo que repitieron su chofer, su
cameraman y su hermosa maquilladora; la guardaespaldas solo me golpeó cariñosamente un hombro.
–¡Nos veremos el día del Festival!- me gritó
Pulin Tote mientras se alejaba.
Pero no allí, dije para mis
adentros.
Así que ya tenía una solución a mis
problemas o a los problemas de mis conciudadanos en realidad. Si El Festival
era un éxito, todos estaríamos felices. Pero paso por paso y primer paso, ir a
hablar con las brujas.
Como ven, la visita de Pulin Tote al
Bosque Oscuro y su entusiasmo por el próximo festival fue la segunda cosa que
me puso en esta situación.
Al otro día hice los arreglos pertinentes
y marché al Bosque Oscuro, que en realidad no estaba muy alejado de la
población. Las brujas además tenían activados durante todo el año portales que
te llevaban instantáneamente, si deseabas viajar por ellos claro, a donde ellas
solían vivir, un conjunto de graciosas construcciones de madera en el corazón
mismo del bosque.
Estuve tres días con sus noches
allí, negociando arduamente con las cinco brujas que eran las habitantes
permanentes de la pequeña aldea. Tuve la fortuna de que por las noches, Cirene,
una de ellas, me hacía recuperar el ánimo… la negociación no estaba resultando
ni fácil ni sencilla. Hasta llegué a adelgazar en el proceso.
Era cierto que tenía desde hacía ya
un tiempo una relación con Cirene, pero era algo muy informal, discontinuo…
Entre nosotros había cariño, camaradería, respeto profesional –hablábamos mucho
de hierbas y preparados mágicos- y también buen sexo, pero no amor, no eso…
pero supongo que nos queríamos a nuestro modo.
Finalmente llegamos a un acuerdo,
por supuesto -¿cuándo no?- por un porcentaje de las ganancias netas, quizás
mayor de lo esperado. Pero convengamos que lo merecían, pues las que cargarían
con gran parte del trabajo serían ellas… Si llegaban miles de visitantes –algo
que nunca había sucedido en una de sus festividades-, tendrían que hacer
cientos de litros de las pociones que se escanciarían ese día –pociones en las
que no quiero ni pensar-, más una lista de otros preparados fumables y bebibles
que potenciaran a la vez sus efectos, haciéndolos más duraderos, más profundos…
y eso sin duda sería todo un desafío.
Pero estaban contentas. Les había
caído muy bien la idea de Pulin Tote y se habían entusiasmado con el resultado
del festival. Su popularidad aumentaría y se haría, quizás, hasta planetaria.
El gremio brujeril, que no siempre era bien visto, sería promocionado,
publicitado y alabado… Ellas y todas sus colegas, que llegarían en gran
cantidad para ayudar, sin duda se divertirían mucho y además, como si lo
anterior fuera poco, ganarían muchísimo dinero ¿Qué más pedir?
-¿Vendrás al Festival?- me
preguntaron.
-¿A éste Festival? ¿El Todos contra
Todos? ¡Nooo…! Tengo mucho trabajo que hacer…
-¡Cobarde!- me dijo una de ellas,
sonriendo.
-Por supuesto que lo soy- dije y
cambiando rápidamente de tema agregué– Y recuerden que todo, absolutamente todo
lo que necesiten me lo piden y se los hago llegar-
-Por supuesto… Y para traer los
ingredientes que te pidamos… ¿La mandamos a ella?- dijo señalando a Cirene.
-Me encantaría- les dije, con una
sonrisa.
¿Ya te vas?- me dijo ella; en ese
momento advertí que nos habían dejado solos.
-Debo marcharme; tengo mucho trabajo
por hacer. ¿Por qué no vienes a visitarme y me ayudas a preparar los
ingredientes? Es una buena excusa…
-Lo haré… ¿En serio no vendrás al
Festival?
-Sabes que es una experiencia
demasiado fuerte para mí… además realmente tengo que estar pendiente de que
todo salga bien. Supongo que te divertirás- agregué.
-¡Claro! Pero me divertiría más
contigo…
-Pues, quizás, quizás luego podamos
pasar más tiempo juntos…
-¿Me estás proponiendo algo?
-Supongo que sí… es que si
disfrutamos estar juntos y con esto quiero decir que disfruto estando contigo,
podríamos practicarlo más- dije, sonriendo.
-¡Estoy totalmente de acuerdo!-dijo
ella, sonriendo a su vez- ¿Cuándo comenzarás a preparar los ingredientes?
-En una semana…
-En una semana nos vemos entonces…
mientras tanto aquí también hay mucho trabajo que hacer.
-Nos vemos pronto- dije, antes de
que nos besáramos suavemente.
No sé por qué nunca había pensado
que entre nosotros podía haber algo más que lo que teníamos hasta ese momento…
¡Qué estúpido! ¡Yo y mis hierbas y mis hierbas y yo! Pero nunca habíamos
compartido tanto tiempo juntos… ¿Cómo iba a saber que me agradaría tanto?
A partir de allí, todo había
transcurrido como lo esperábamos. Los Concejales, no con demasiado entusiasmo
pero con entusiasmo al fin, aprobaron la idea; Pulin Tote comenzó a promocionar
el Festival y todos trabajamos duramente para que todo estuviera preparado.
Llegó el tan esperado día, todo se inundó
de humanos y no humanos y ahora estos dos, Brungo y Tingue, uniformados y
totalmente serios, sentados frente a mí, tomando con delicadeza las tazas de
té, como si temieran romperlas y
bebiéndolo a pequeños sorbitos. ¡Agencia de Control de Aquelarres…! ¿Qué información
querrían?
-¡Muy bien señores! ¿Qué tipo de
preguntas tienen en mente?- exclamé finalmente, cuando supuse que el hielo de
los primeros momentos se había roto.
-Es por todo esto, por este evento
tan hermoso que han organizado aquí, que deseamos interrogarlo.
-¿Pero qué desean saber?
-Todo…
-Y luego queremos que nos facilite
los medios para llegar a él.
-Pero no es mucho lo que puedo decirles,
aparte de algunos detalles de la organización…
-Pero participó en la difusión del
mismo.
-Fui visitado por ese famoso
periodista, quien deseaba hacerle un reportaje a esas brujas… y luego sucedió todo lo que sucedió… A él le
gustó la idea del Festival, a mí también, y las autoridades de aquí vieron que
eso podía ser beneficioso para las finanzas de este lugar.
-¿Sabía lo que haría?
-¿Promocionarlo? Si, lo sabía…
aunque jamás pensé que la convocatoria fuera tan exitosa… ¡Es genial!
-¿Se da cuenta de que este Festival
no es un evento autorizado?
-¿Autorizado? ¡Pero si ocurre desde
que tengo memoria! –dije, algo molesto- ¡Este y otros festivales más! ¡Muchos!
-¿Usted conoce a estas brujas?
-¡Claro que sí! ¡Son clientas mías
desde hace muchos años!
-¿Clientas suyas?
-Recuerden que tengo una
herboristería, estamos en ella… y además preparo las bases para todo tipo de pócimas
y elixires…
-¿Usted hace pócimas?
-¡No, no! A excepción de una, claro,
una poción alargavidas para uso personal… En general hago las “bases” que se
utilizan para preparar todo tipo de cosas; mezclas de aceites, hierbas y jugos,
pero de naturaleza más bien neutra que es aconsejable estén, para mejor logro
de la poción, estacionados durante cierto tiempo y preparados de acuerdo a
ciertos rituales… A veces mis clientes no tienen tiempo de preparar estas
bases… Además tengo todo tipo de ingredientes, cortados o extraídos en
determinados momentos especiales. ¿Saben? Ya no hay muchos brujos y brujas que
pasen días en el bosque buscando sus hierbas, llenándose los pies y las ropas
de barro, cansándose; se han acostumbrado a venir aquí… ¡y aquí encuentran
todo! –terminé muy orgulloso-.
A los investigadores no parecían
satisfacerles demasiado mis explicaciones, ni tampoco se mostraron muy
interesados; más bien me observaban como se mira a una criatura extraña.
-El problema- dijo finalmente Brungo,
insistiendo- es que cualquier festividad sin autorización tiene que ser
cancelada.
-Así es- dijo Tingue.
-¡No pueden prohibir este festival!-
les dije.
-¡Claro que podemos prohibirlo!
¡Somos la autoridad! ¡Los Rectos, Los Limpiadores del Espíritu! ¡Los Defensores
de la Rectitud!
-Y no podrá detenernos…- dijo el
otro, amenazadoramente.
-¡Hagan lo que quieran! Pero es
nuestra oportunidad de ganar dinero y ustedes quieren echarla a perder.
-¡Pero es que el contenido y el propósito
de este festival vuestro es aberrante! ¡Jamás se podría autorizar algo así!
-A muchísimos humanos, y no humanos
tambiénm les interesa este festival… es por eso y no por otra razón que hay
tantos visitantes- les dije.
-¡Pero es horroroso lo que hacen!
-Cada uno con sus gustos… si las normas del
festival están en contra de vuestras costumbres sexuales, pues, no vayan.
-¿Nuestras costumbres sexuales?
Nosotros, como Defensores de la Rectitud, debemos permanecer célibes,
intocados, puros… Mantener nuestra virtud es lo que nos hace fuertes.
-¡La fortaleza que necesitamos para
combatir lo que está mal y al mal mismo si es necesario!- dijo el otro.
-¿Todavía son célibes?-
-¡Aunque a usted no le guste, nos
mantenemos virginales y puros!-dijo uno.
-¡Así es!- dijo el otro –¡Puros de
mente y de cuerpo!
-No es que me guste o deje de
gustarme… solo me parece algo extraño- Era difícil creer lo que me decían. Por
otro lado no parecía conveniente seguir discutiendo -Les sugeriría visitar el
lugar, hacer una evaluación… pero teniendo en cuenta todos los beneficios que
traerá al lugar…- terminé diciendo.
-¿Beneficios? ¡Vergüenzas dirá!-
dijo uno.
-De todas maneras tiene razón –dijo
el otro, moderando su tono- Tenemos que evaluar la situación en el propio
terreno… No somos un par de aficionados, somos representantes del estado y
tenemos que cumplir nuestro trabajo con seriedad- terminó, casi como
reprochando la conducta de su colega. –Llévenos al lugar, por favor-
Así que nos marchamos de la oficina
y de la herboristería y caminamos hasta el borde de Aurolín, donde comenzaba el
bosque y estaban los vendedores y sus tiendas, vendiendo todo como si el mundo
se terminara esa misma noche. Allí les indiqué las entradas al bosque y los
despedí lo más amablemente que pude. Pronto se perdieron entre los centenares
de visitantes que iban en su misma dirección.
Muchas horas después, cuando el
Festival se dio por terminado y el aluvión de visitantes comenzó a salir hacia
los transportes –aunque algunos se quedaron en las hosterías de Aurolín y aún
algunos en el bosque, ignorando lo peligroso que se volvería al retornar sus
antiguos habitantes- Finesin Tomuald se sentía cansado pero satisfecho. El
Festival había sido un éxito… para todos. Él mismo había vendido absolutamente
todo lo que estuviera rotulado, aunque sea en parte, con palabras tales como
“mágica” o “brujas” o “aquelarre”… Así que vendió toda la “Sopa Mágica” que
había preparado, junto con todas las combinaciones posibles para preparar
infusiones –incluyendo el muy apreciado “Té de brujas”- y por supuesto todas
las esencias y aceites “mágicos” que tenía a disposición… Como sabía que las
brujas no harían nada por el estilo, había organizado con otros vecinos ventas
temáticas, con fotografías alusivas, recuerdos de todo tipo, que iban desde
simples piedras hasta trozos de vegetales y su más grande logro había sido sin
duda convencer a Escápular, quizás el dragón cercano más simpático, para que
posara junto a cualquiera que quisiera sacarse fotografías con él… a un módico
precio. Fue un éxito.
Pero en el fondo sentía cierto
temor… temor que había ido creciendo a medida que iban pasando las horas.
Era obvio que los inspectores de
aquelarres no habían suspendido el evento, pero sabía que serían un hueso duro
de roer. Si el “Todos contra todos” era una experiencia que superaba a veces
los gustos de algunos especialistas… ¿Qué pensarían ellos de esa festividad?
Había transcurrido ya un tiempo
razonable cuando los vio dentro de la multitud, caminando con una actitud
pacífica, apacible, para nada parecida a la que habían mostrado cuando se
habían presentado. Al acercarse más y más se dio cuenta de que no estaban
solos… Brungo venía de la mano con un robusto y bello joven, que se la apretaba
fuertemente, no sabría decir si por nervios o por intenso cariño, aunque creo
que más por lo último, pues sus miradas evidenciaban profundo enamoramiento.
Mientras tanto, su compañero –Tingue
si mal no recordaba- venía acompañado por una extraña criatura… no… ¡Era una
cabra! Domesticada, esperaba. El hombre le pasaba la mano cariñosamente por sus
cuernos y el animal simplemente mostraba sus dientes, en aparente complacencia.
Cuando llegaron ante él, ninguna de
las dos parejas mostró el mínimo azoramiento, aunque la cabra miró hacia otra
parte como haciéndose la desentendida…
-Veo que han encontrado amigos- les
dije, lo más atentamente posible.
-Más que amigos, hemos encontrado el
amor- dijo Brungo.
-Es magnífico.
-Hemos decidido dejar el celibato…
ambos. Hay todo un universo de sensaciones que decidimos explorar…
-¿Cambiarán de profesión?- se animé
a preguntar.
-¡No! ¡Claro que no!- dijeron ambos –Este
aquelarre, esta magnífica expresión brujeril nos ha mostrado lo útil que pueden
ser estos festivales, lo formidable de interrelacionarse, de conocer a otras
personas –Miré de reojo a la cabra, pero Tingue continuó con su discurso-.
-Así que no solo continuaremos con
nuestro trabajo sino que a partir de ahora tendrá en nosotros un apoyo
incondicional… escuche bien, incondicional –dijo, remarcando la última palabra-
para este festival y cualquier otra iniciativa que tenga. Realmente nos ha
cambiado usted la vida y no sabríamos como agradecerle.
-Se ha ganado usted dos buenos
amigos- le dijo Brungo finalmente.
Antes de que tuviera tiempo de
reaccionar me saludaron efusivamente, me dijeron que no me preocupara por nada
y se marcharon, totalmente enamorados, hacia el estacionamiento de naves y
carricoches.
Apenas había retirado la vista de
ellos cuando sentí un tumulto que se acercaba… ¡Los periodistas! ¡Habían
regresado!
Sabía que en unos segundos tendría a
Pulin Tote efusivamente colgado de su cuello, pero vi que alguien los
acompañaba.
Cirene. Era ella, sin duda.
El periodista, a pesar de su
desbordante felicidad no me dio más muestras de afecto que las que usualmente
daría.
-¡Excelente! ¡Excelente! ¡Ha sido
magnífico! ¡Magnífico!
-¿Te ha gustado?- le pregunté
-¡Claro que me ha gustado! ¡Y estoy
deseando que llegue la próxima fiesta!
-Tendrás que esperar un año
entonces, hasta el próximo Todos contra Todos.
-Pues, con tus amigas, una de las
cuales insistió en venir conmigo ahora… -la miró amorosamente- hemos llegado a
un acuerdo.
Escuché atentamente, intrigado.
-El Todos contra Todos es solo una
de las festividades del año… Hemos hecho un acuerdo para promocionar a todas
ellas; incluso las más íntimas pueden hacerse en grande, con visitantes,
promocionándolas. No será el mismo tipo de público que vino a este magnífico
festival pero hay público para todo…-me miró-… y sin duda estamos tan
encantados por la organización que gestionaste que pensamos incluirte a ti y a
tus patrones en la agenda.
-¿Piensan cubrir toda la agenda de
festividades? Es, es… ¡Magnífico!
-¡Lo es! ¡Me siento tan feliz!
¡Estaré tanto tiempo aquí que hasta tendré mi propia casa!- dijo. Estaba
realmente contento.
Yo también lo estaba. Ya no tendría
que preocuparme más por dinero… y tendría lo suficiente para invertir en lo que
necesitara.
Mientras Pulin hablaba, Cirene se
había colocado a mi lado y le pasé mi brazo por sus hombros. Me encantó sentir
su cuerpo junto a mí.
FIN
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