¡Estoy
contento! ¡Qué planeta hermoso! Y sobre todo… ¡Oloroso! ¡Esa es la palabra que
lo describe perfectamente: oloroso! ¡Perfectamente oloroso! O con los olores
perfectos, quizás… Asomado a la ventana de mi hermosa y gris cabaña miro los
bellos y ajados campos plagados de madrigueras y obras herrumbrosas y restos
orgánicos sueltos por aquí y por allá –con fines puramente decorativos- y
algunos hermosos esqueletos desperdigados aparentemente sin orden y aspiro o
más que eso, me lleno totalmente los pulmones con ese olor a descomposición, a
podredumbre, a desorden molecular, a materia orgánica que va camino a otro
lugar… al inicio obviamente, al inicio de todo lo que hace este mundo –y todos
los mundos-.
Y hoy
todo tiene un olor especial, pues es el feliz aniversario de mi reencuentro con
la primera mujer que me hizo entender el verdadero significado del amor.
El
refrigerador vacío, los bolsillos vacíos, la renta tan atrasada que solo a base
de ruegos me mantengo en este humilde rincón que me hacen pasar por apartamento…
y las facturas que siguen llegando y acumulándose. Ya no tengo energía
eléctrica y el agua hace ya cierto tiempo que la traigo en contados cubos desde
la habitación de mantenimiento –algo que funcionará hasta que el conserje me
descubra-. Ya no tengo más crédito. Nadie en su sano juicio me prestaría ni un
par de monedas pues todos saben que no tienen la mínima esperanza de
recuperarlas. Ni siquiera tengo dinero para el vodka que debo beber todas las
noches para poder dormir –necesito por lo menos medio litro… sin él no hay
sueño-.
Como
no puedo dormir, lo único que se me ocurre hacer es salir a caminar por esas
calles en donde pasa de todo menos lo que yo desearía, algo como encontrar un
miserable billete que me permita comer o
beber algo.
Nada.
Creo
en la fortuna, es más, estoy convencido de que existe… la mala fortuna sin duda.
Sobre la buena fortuna, supongo que existe en algún lugar… en algún lugar muy lejos
de mi alcance.
Les
diré que, aunque hayan escuchado o leído lo contrario, no merezco lo que me
pasa, para nada.
Todo
comenzó, como algunos sabrán, con un espléndido –y desgraciado- artículo sobre
la utilización de zombies en algunos proyectos de colonización del gobierno
interestelar. Si, si, dirán que la epidemia zombie ya pasó a la historia –o a
la prehistoria-, que cómo usen los zombies es algo totalmente intrascendente y
que los pueden usar como quieran pero… aquí comenzaron mis problemas. Al hacer
una serie de artículos sobre esta curiosidad –que no era para menos- encontré
algunos elementos, perdidos, no enlazados, que me hicieron sospechar en la
zombificación forzosa auspiciada por el gobierno. Quizás no era algo actual;
quiero decir que quizás no estaba ocurriendo en ese momento, pero había
indicios de que sí había ocurrido. Supongo que alguno de ustedes, desde la
comodidad de sus hogares y desde la perspectiva de poder mirar hacia atrás sin
mayores preocupaciones ya casi han olvidado lo que supuso la epidemia zombie
que comenzó a principios del siglo 22. Tuvo su origen en una peligrosa cepa
viral que se escapó de un laboratorio en donde se experimentaba con estos
microorganismos con fines, vale la pena recordar, nada amistosos o dicho en
otras palabras, para ser usados como armas biológicas. Este virus provocaba la “zombificación”,
que se manifestaba como una especie de enajenación rabiosa, con unas
irrefrenables ganas de morder todo lo vivo que se cruzara. Morder, podría
pensarse que era un reflejo alimenticio, pero es erróneo decir que los zombies
se alimentaban así como nosotros… Su locura los llevaba a morder y morder
contagiaba y así comenzó la epidemia. Obviamente fue controlada pero habían
mantenido cepas aquí y allá en distintos laboratorios, para su estudio. Y éstos
revelaron que los “muertos en vida” podían ser utilizados en la colonización
espacial. Hasta aquí no había descubierto nada censurable, nada que cualquier
ciudadano preocupado o curioso no hubiera podido descubrir. Pero luego la
información se tornó turbia y progresivamente difícil de conseguir. Ya de por
sí parecía un disparate utilizar zombies en la colonización… Pero soltarlos en
planetas inexplorados era la mejor forma de sondear esos mundos, de estudiar su
peligrosidad real, de ver la reacción de la vida nativa ante esta nueva especie
e incorporando cámaras y otros sistemas
de vigilancia a los “visitantes” podían evaluarse una cantidad de factores de
forma menos costosa y con más complejidad que utilizando ingenios mecánicos o
mecanorgánicos. Los zombies no sentían dolor, no sentían miedo y arrasaban con
todo lo vivo. Mejor imposible.
Tuvieron
mucho éxito, especialmente en un mundo –el que actualmente conocemos como
Esperanza-, en donde superaron todas las expectativas.
En
el subsuelo de ese planeta viven unas criaturas muy industriosas llamados
talaranes. Cabe destacar que además de industriosas son muy agresivas o dicho
en otras palabras, totalmente inamistosas. Además de su mal humor siempre están
hambrientas –quizás por eso siempre están de mal genio-. Lo cierto es que
cuando liberaron zombies en ese mundo, los talaranes salieron a la superficie y
descubrieron que los zombies eran irresistibles… ¡La carne zombie les
fascinaba! Claro que mientras los talaranes salían masivamente a cazar zombies en la superficie –zombies que
las naves terrestres tenían buen cuidado de que fueran siempre abundantes-,
equipos humanos se metían en el subsuelo y robaban un producto que fabricaban
los talaranes. Era algo natural, una secreción, con lo que envolvían sus madrigueras
y fabricaban casi todo lo que utilizaban…herramientas, vestimenta, muebles , todo…
un producto que era extraordinariamente valioso y obviamente muy raro.
Así
funcionaba esta “industria”. Los talaranes abandonaban sus cuevas a cada oleada
de zombies y los humanos saqueaban sus madrigueras. Pero… -aquí viene el primer
“pero” de la historia- el suministro de zombies tenía que ser continuo y
abundante y no existían los suficientes “candidatos” usuales a la zombificación
en los mundos conocidos. Me explico. Humanos ancianos, con enfermedades
incurables, asesinos convictos, terroristas, rebeldes de cualquier tipo –era
una solución perfecta para los opositores-, todo ellos podían ser candidatos a la
zombificación. Pero pronto no fueron suficientes y comenzaron a desaparecer
personas que, bueno, eran personas comunes. Quizás eran personas descuidadas,
vagabundos, gente que andaba sin tomar precauciones por las ciudades; incluso
se perdían algunas naves de colonización o desaparecían asentamientos humanos
de algún remoto planeta.
Eso
fue lo que comencé a investigar y eso fue lo que me llevó a la ruina. En breve
fui “borrado” de todos los circuitos laborales; nadie quería darme empleo,
nadie aceptaba mis artículos… Caí en un abismo, en todo sentido.
Nunca fui un gran periodista de todas formas,
pero mis ingresos me habían alcanzado, hasta ese momento, para vivir como se
debe… y eso se había terminado. Me las arreglé para cambiar de identidad por
vez primera –algo que tuve que hacer periódicamente- y comencé a deambular por
varios planetas y en ellos por varias ciudades… Casualmente fue en este último
mundo, donde había ciudades especialmente grandes que decidí perderme en la más
populosa de todas… y en donde mi suerte no cambió para nada. Apenas sobrevivía
con algunos pequeños trabajos, cortos y con ingresos lamentables y para colmo
de males, luego de una decena de cambios de identidad ya no estaba seguro de si
había sido periodista alguna vez o si había pasado toda mi vida saltando de un
mal empleo a otro, igual o peor de malo.
Así
estaba mi suerte.
Caminando
llegué a una de las grandes avenidas de la ciudad y por inercia terminé frente
a los ventanales de la gran agencia UNINEWS… o Universo Noticias, la más
importante empresa de videocontenidos de ese sistema estelar. Era un lugar
ideal para distraerse, con esas enormes pantallas que muestran noticias y todos
los demás programas de esta cadena.
Allí
vi el aviso: “Se necesitan reporteros exteriores. Muy buenos ingresos.”
No
entendí en absoluto lo que querían decir con “reporteros exteriores” pero sí tenía bien claro el “muy buenos
ingresos”. No sé qué tan buenos serían pero… ¡Qué falta me hacían! Dada la hora
que era y la hora en que comenzaban las entrevistas, me pareció razonable
esperar lo más cerca posible. Estaba claro que ya no iba a dormir.
Frente
al edificio había una pequeña plaza, apenas lo suficientemente grande para una
linda fuente, algunos bancos de cemento y poco más. En el centro de la fuente y
con sus pies mojados constantemente por el agua de los surtidores, había una
estatua que pude comprobar era un homenaje al fundador de Universo Noticias.
Sentado,
trataba de no pensar en nada, aunque recurrentemente venían a mi cabeza los
recuerdos de mejores tiempos; es más, hacía apenas una semana atrás tenía
dinero para todo el vodka que pudiera beber… aunque también es cierto que ya me
habían cortado la energía eléctrica y el agua.
Por
dos veces fui interrogado por la seguridad del edificio y una por la policía
que rondaba por el lugar pero mi respuesta, es decir que deseaba ser el primero
en postularme a un trabajo por la mañana, les resultó aparentemente
satisfactoria.
Un
rato antes de que las oficinas abrieran e incluso antes de que la marea humana
comenzara a inundar el lugar metí mis manos en la fuente, bebí unos sorbos y me
higienicé lo mejor que pude –y obviamente, lo mejor que podía hacerlo en un
lugar público-.
A
la hora que el edificio abrió sus puertas, yo estaba preparado, fresco y
elegantemente peinado a mano, aunque con un saborcito algo metálico en la boca
–posiblemente la calidad del agua no fuera la mejor-.
En
la recepción, a pesar de mi inclasificable aspecto, me atendieron amablemente y
me indicaron el piso donde funcionaba la oficina de recursos humanos. Fue en el
ascensor que me sucedió algo que cambiaría mi vida.
En
el momento que ya había entrado en él y la puerta comenzaba a cerrarse, una
chica llegó corriendo –imprudentemente debo decir-, tropezó y por poco se da
contra el marco metálico. Afortunadamente no lo hizo, aunque cayeron –dentro y
fuera del ascensor- una cantidad importante de carpetas –auténticas carpetas
con papel impreso dentro- que llevaba en sus brazos.
Cuando
levanté presuroso la mayor cantidad de ellas y se las ofrecí, advertí que
estaba ante una de las mujeres más atractivas que hubiera visto en toda mi
vida… y me estaba mirando fijamente.
-Este…
son suyas, señorita- le dije
-Gracias-
dijo ella, con una voz apenas ronca e inmediatamente me preguntó -¿Eres tú el
que huele tan mal?
Su
franqueza me conmocionó –o quizás fue su falta de tacto, no sabría precisarlo
ahora- pero le contesté que ya hacía algún tiempo que no me higienizaba
adecuadamente –omití comentarle sobre la
fuente-.
-Tendrías
que haberlo hecho! ¡Francamente hueles mal!
-¡Y
usted huele maravillosamente bien! Si consigo el trabajo que vine a buscar, la
próxima vez que me vea estaré aseado y bien vestido, se lo aseguro- le dije
entusiasta.
-¿Vienes
a pedir trabajo?
-Necesitan
reporteros exteriores… Yo seré uno. A propósito… ¿De qué se trata el trabajo en
sí? ¿Tiene idea?
-Les
llaman reporteros exteriores a los que cubren notas en otros planetas…
No
pude evitar notar cierta pena en su mirada.
-¿Es
muy malo ese trabajo?
-Depende
de dónde te envíen… Pero sucede que las notas peligrosas son las que dan más
dinero…
-Así
que posiblemente me envíen a lugares peligrosos…
-Ajá.
-Pero
se regresa… ¿o no?
-La
tasa de mortalidad es elevada pero muchos regresan obviamente.
-Claro,
por los que no regresan es que necesitan nuevos- dije, muy contento por mi
deducción.
-Cuando
hay vacantes se contratan nuevos periodistas; en todas partes sucede así.
-Lo
entiendo- dije, sintiendo un ligera turbación en mi estómago, turbación que
terminó en un incómodo sonido… podría ser miedo o preocupación pero creo que
era simplemente hambre… ¿Hacía cuánto que no comía?
-¿Ese
ruido es en tu estómago?
-Creo
que sí… Es que no he estado comiendo muy bien, pero todo se solucionará -terminé,
sonriendo, pues no podía dejar de sentirme optimista ante su angelical
presencia.
La
puerta del ascensor se abrió y me dijo que la siguiera. Caminamos por un
pasillo hasta unas sillas, que empotradas al piso y a lo largo de algunos
metros, seguramente querían hacer más cómoda la espera a los visitantes.
-Espera
aquí un momento- pero ella no se marchó, por lo que seguí preguntándole.
-¿Trabaja
en el mismo piso?
-Es
el piso más concurrido de todo el edificio. Si te contratan… ¿Harías eso que me dijiste?
-¿Bañarme
y ponerme ropa limpia?
-Y
comer…
-Claro…
Aunque para eso necesitaría un adelanto.
-¡Ja,
Ja, Ja! -rió- ¡Claro que sí!
Yo
también me sentí con ganas de sonreír.
–Pero
primero tendría que conseguir el trabajo. A todo esto… ¿Qué se requiere para un
trabajo de este tipo? Tengo algo de experiencia en periodismo…
-¿La
tienes? ¡Espléndido! Pero no es lo más importante…
-¿Saber
escribir? No escribo demasiado bien, pero tampoco muy mal…
-En
realidad necesitas algo más que eso. Algo más importante…
-¿Qué
cosa?- dije, intrigado.
-Para
ese trabajo se necesita valor y deseos de vivir… esas son las condiciones más
importantes.
Y
dijo sonriendo nuevamente- Dame cinco minutos hasta que hable con la oficina de
personal y luego ve hasta esa puerta.
-Espere…
¿Puedo saber su nombre?
-Emeralda…-me
dijo y se perdió con un tenue aroma a mujer muy hermosa y simpática.
Apenas
minutos más tarde la puerta –“esa” puerta- se abrió y una amable chica me
invitó a pasar.
Fui
interrogado, brevemente debo decir y me contrataron.
-¿En
serio me contratan?
-Totalmente…
me parece que encaja en el perfil de lo que necesitamos…
-Pero
si no me ha preguntado casi nada…
-No
fue necesario hacerlo en realidad. ¿Cuándo quiere comenzar?
-Ahora
mismo…
-De
acuerdo… pero primero no olvide que va a necesitar algo de dinero adelantado,
para comprar ropa limpia y quizás algún alimento… -y quizás ponerme al día con
la renta, pensé para mí- Así que le daré una tarjeta y así podrá retirar dinero
de donde desee… no le daremos una cantidad importante pero le dará para sus
gastos mientras recibe algo de entrenamiento…
-¿Algo
de entrenamiento?
-¡Exacto!
El sindicato exige que los reporteros exteriores reciban, como mínimo, cuatro
meses terrestres o 120 días estándar de entrenamiento. Comienza mañana… tiene
que estar aquí a las 8 am.
Como
dijo la chica, había dinero para mí, el suficiente para pagar la renta, las
facturas de agua y energía, comprarme ropa -que no era demasiado costosa pero
era nueva y sobre todo limpia- y comprarme alimentos. Pensé en el vodka, pero me di
cuenta que llevaba tanto sin beber –quizás tres o cuatro días- que no me haría
mal no hacerlo por algún tiempo más-. Por la noche, cuando tuve nuevamente agua
y energía eléctrica me higienicé bajo el agua de la ducha luego de… a ver… dos
meses… Esa noche incluso llegué a dormir cuatro horas.
El
adiestramiento fue verdaderamente interesante. Pasaba por técnicas a utilizar
en la elaboración de historias, desarrollo de diálogos, diversas técnicas para
insultar y provocar situaciones y cosas por el estilo hasta todo lo que pudiera
ayudarnos a sobrevivir en nuestra profesión, como clases de defensa personal,
ejercicios físicos tales como resistir golpes, nadar, correr, saltar cercas
–incluso nos enseñaron como saltar alambradas de púas sufriendo el menor daño
posible- y todos los conocimientos médicos que les parecían necesarios para
atenderse uno mismo heridas que no lo mataran instantáneamente. Además los inevitables
conocimientos sobre nuestras “ayudantes”, pues así les llamaban a nuestras
imprescindibles colaboradoras. Cada periodista externo tiene tres pequeñas
cámaras que se mueven flotando a su alrededor, captando todo lo que habla, lo
que ve, lo que le sucede. No puede escaparse ni un respiro de información. Está
claro que cuando un periodista es despedazado por un poporerso –una bestia
horrible del planeta Trixi; a ese video lo vi- o devorado por algunas de esas
raras criaturas de las selvas lataratianas las cámaras lo registran con gran
exactitud y lujo de detalles. Esta información es transmitida luego a todos los
mundos conocidos, provocando no solo increíbles ganancias para UNINEWS y para
la viuda –o viudas del periodista- sino que además –y por eso estoy agradecido-
vacantes en ese oficio.
Nos
dijeron claramente que esos tres esferoides que tenían que girar a nuestro
alrededor eran los responsables de que todo lo que nos sucediera fuera
debidamente documentado y que además diera mucho dinero, por lo que su
funcionamiento –y mantenimiento- debían de ser perfectos. El periodista lo
único que tenía que hacer era buscar las situaciones, meterse en ellas y luego
–si las cosas se ponían escabrosas, que sucedía casi siempre- huir a toda
prisa. Si lo lograba, sería un héroe, conocido en todo el universo y no solo
ganaría mucho dinero sino que también recibiría importantes y jugosos
auspicios. Si no lo lograba… bueno, igual sería recordado.
Ya
estaba casi terminando el segundo mes de duro entrenamiento cuando vi a Emeralda nuevamente. Creo que me
estaba esperando o eso me hubiera gustado.
Sonrió
al verme y me miró de arriba abajo, sin ningún ánimo de crítica, creo…
-Bueno,
no demasiado, pero definitivamente huelo mejor…-le dije, a modo de saludo
Ella
sonrió. –Me han dicho que te va bien en el adiestramiento.
-Hago
lo mejor que puedo, pero es interesante todo lo que enseñan. Además lo que se
puede ganar en este trabajo hace que valga la pena.
-Si,
es un trabajo interesante.
-¿Puedo
invitarla a almorzar? Es casi la hora…
-¿Me
invitas a almorzar? Pues, acepto, claro…
Fue
el primero de varios almuerzos y luego alguna cena y luego, no sé ni cómo
sucedió -y ciertamente no me lo puedo explicar- terminamos en su apartamento o
siendo más específico, en su cama, no una sino varias noches. Todo esto en mis
primeros seis meses de trabajo, en los cuales me enviaron a una decena de
espectaculares misiones de las que regresé con apenas rasguños y en las que hice
muy buen papel, tanto que comencé a ser requerido por la audiencia, los
patrocinadores comenzaron a hacerme su favorito y por supuesto hice mucho
dinero.
En
esa época ya me había mudado tres veces, cada vez a lugares más lindos y
espaciosos hasta que en este último apartamento ella se fue a vivir conmigo. La
relación, que había comenzado como algo sin ninguna pretensión ni futuro, se
estaba transformando en algo “serio” y hasta pensábamos, de a ratos,
en hacerla más formal.
En
ese momento, apenas diez días luego de que ella se mudara, recibí la oferta más
importante que hubiera recibido. Al principio pensé en comentárselo pero no lo
hice. No solo fue porque cada uno de nosotros tenía cierta independencia en
cuanto a nuestros respectivos desempeños laborales sino también porque con una
cantidad de dinero tan considerable pensaba hacerle un regalo también importante.
Me imaginaba un mes estándar de vacaciones en donde quisiéramos, comprar una
casa de veraneo, una vivienda definitiva en la ciudad… podía hacer muchas
cosas.
Así,
ilusionado y solo avisándole que me iba a un nuevo trabajo, partí a Esperanza.
¿Recuerdan
la primera parte de mi historia? ¿Mi “caída” profesional, por llamarle de
alguna manera? Pues la segunda parte es más interesante…
Los zombies no eran víctimas pasivas de los
talaranes; los atacaban, los mordían y pretendían alimentarse con ellos –aunque
insisto en que, hasta ese momento, no necesitaban alimentarse-. Nada menos
previsto que la carne de los talaranes tuviera un raro efecto en los zombies:
los humanizara, haciendo posible que recobraran su inteligencia, hiciera
retroceder la enfermedad y a todas luces, los hiciera algo parecido a normales.
No totalmente, pero eran una versión nueva de los zombies, versión que terminó
derrotando a los talaranes, domesticándolos y explotándolos y haciéndose prácticamente
dueños del planeta. Pronto comenzaron a comerciar con los humanos, quienes no
solo se beneficiaron con la fluidez del suministro de materia prima sino que ya
no corrían riesgo alguno en su obtención.
Ese
es el origen del único planeta gobernado por zombies del Universo Conocido:
Esperanza.
Irónicamente
hacia allí me dirigía y sería la obra cumbre de mi carrera como periodista
externo. Pensar que investigar sobre los orígenes de esa colonia había
resultado en mi gran fracaso profesional –algo que casi termina con mi vida- no
me reconfortaba… pero no era la primera vez que me encontraba en situaciones
inquietantes y esta vez, según me habían dicho, solo se trataba de un simple
reportaje y no se trataba de poner en peligro mi vida.
Mi
visita coincidía con El Día del Misionero, la festividad más importante del
planeta. Había toda una sangrienta historia tras esta celebración y todavía
queda tiempo para continuar narrándola… Cuando se instauró el gobierno zombie
en Esperanza, numerosas iglesias –que como se debe pululaban por todos los
planetas descubiertos- se vieron en la obligación, en el deber, de ganarse su
favor… Nunca antes una tarea pareció tan desafiante, tan difícil y tan hermosa…
¡Ganar las almas zombies para su causa!
Pero
claro… los zombies, civilizados y todo no habían perdido parte de su
característico amor por la carne humana y en esta ocasión sí la usaban como
alimento, metabolizándola fantásticamente. El resultado
fue
que innumerables expediciones de misioneros, de muchas iglesias –inclusive una
creada especialmente para tal fin, la famosa “Iglesia para la Salvación Zombie”,
lamentablemente extinta- fueron masacradas y sin duda devoradas por los
inescrupulosos habitantes de Esperanza.
En
ese punto discrepo absolutamente con los no muertos, porque las intenciones de
los misioneros eran las mejores… En fin… Las masacres se sucedieron hasta que
el gobierno federal tomó cartas en el asunto.
Actuando
de mediador, convenció a todas las iglesias de que enviar misioneros a
Esperanza era algo parecido a sacrificarlos en bien de la dieta de los nativos
y sin ningún beneficio espiritual. A la vez, para evitar algún esperado
berrinche por parte de los zombies, instauró un día en el año de Esperanza… un
día que se llamaría El Día del Misionero, en dónde enviaría una cantidad
importante de humanos –los indeseables de siempre… mendigos, enfermos
irrecuperables, ancianos, opositores políticos, terroristas o presuntos
terroristas, presos por actos de violencia, intelectuales rebeldes y en general
todo aquel que anduviera descuidado por las calles en la época de este especial
reclutamiento forzoso-, soltándolos en una extensa llanura –llamada por eso
Llanura de los Misioneros-. Desde allí huirían hacia todas partes, obviamente,
lo más rápido que pudieran.
A
partir de ese lugar de desembarco los zombies los cazaban.
Era
el único día que oficialmente se permitía la caza de humanos, por más que
existía la costumbre de que hasta que no cazaran hasta el último de los
“misioneros” el Día no se declaraba terminado.
Este
acontecimiento, ni más ni menos, tenía que documentar. No parecía tan difícil.
El
gran salón del espaciopuerto estaba desolado, totalmente vacío… a excepción,
claro está, del personal de limpieza –observándome-, del personal de seguridad
–observándome-, y del escaso personal que había tras algunas ventanillas de la
larga hilera de mostradores –también observándome-… todos zombies. Luego tenía
frente a mí al extraño ser, aunque bastante humano -indiscutiblemente zombie-
que en ese momento me preguntaba trabajosamente si yo era misionero…
-No
parece un misionero- balbuceó como para sí mismo.
-¡No,
no soy un misionero, soy un periodista!- aclaré
-Nunca
nos visitan periodistas… ¿Está usted seguro que es uno?
-¡Claro!
–dije- ¡Tengo una identificación! Por alguna parte…- y comencé a buscar, rápidamente,
la pequeña tarjeta de semimetal que me acreditaba como periodista externo de
“Universo Noticias”.
-¡Vaya!
¡Es cierto!- me dijo el agente de aduanas cuando tuvo el documento entre sus
manos -¡Bienvenido señor periodista Takero Hume! ¡Nunca antes había visto un
periodista! –agregó luego.
-¿Nunca
antes?
-No,
aunque quizás hayan venido y los hemos confundido con misioneros… A decir
verdad recuerdo que a veces venían individuos diciendo ser periodistas, que
querían entrevistar a tal o cual, pero se parecían tanto a los misioneros que
terminamos clasificándolos como tales…
-¿Y
cuál es la diferencia?
-Este,
bueno…, siendo usted periodista preferiría que esos aspectos los hablara con
alguien más capacitado que yo… A todo esto… -dijo recuperando su aire
funcionarial- ¿Viene aquí con algún propósito específico?
-¡Claro!
¡A documentar la Festividad del Día del Misionero!
-¡Por
supuesto! ¡Una fiesta muy importante para nuestro planeta!
-Si,
lo sé, por eso vine… ¿Ya puedo marcharme?
-¡Por
supuesto! ¿A dónde se marcha?
-Pues,
a tomar un taxi y buscar un hotel…
-No,
no, no, tengo órdenes de subirlo a usted en un vehículo oficial y por supuesto
se alojará en una residencia gubernamental… ningún extranjero anda solo en
Esperanza…
Resultaba
previsible que me estuvieran esperando, pues había realizado la correspondiente
gestión para la visita pero no entendía por qué no podía manejar por mi mismo
la situación y así lo hice saber -¿Pero por qué?
-Es
que nadie sabe que usted es periodista… Pueden pensar que usted es un
misionero… y eso no sería nada bueno.
-¿Odian
a los misioneros?- pregunté sin pensar.
-Noooo,
los amamos… Tuvieron gran importancia en nuestro desarrollo como sociedad… Pero
es por eso mismo que no puede ser confundido con uno. Deme un minuto y lo
conduciré a su transporte.
Me
alojé en un lugar especialmente acondicionado para mí. Me adjudicaron dos
fornidos custodias personales en la puerta y al anochecer me indicaron que la
cena estaba preparada. Mientras cenaba –algo que hice en la misma habitación-
me comunicaron que a la mañana siguiente, inmediatamente después de desayunar,
sería recibido por El Jefe –así le llamaban al que dirigía el planeta-.
Así
que al otro día, luego de un café y de unas galletas, hacia él me condujeron.
Cuando
entré al despacho donde me esperaban, quedé impresionado por un gigantesco
hombre, bueno, un gigantesco zombie –que debió de haber sido un gigantesco
hombre- que estaba cómodamente instalado en un amplio sillón, aunque se levantó
para recibirme. A su lado había una chica que me dejó impresionado por su rara
belleza.
-Soy
sencillamente El Jefe, como todos me llaman y ella es mi hija Brísina- dijo el
hombretón dándome la mano –Tome asiento, por favor- me dijo a continuación,
señalándome otro sillón no menos amplio y supongo no menos cómodo.
-¡Tú
eres Takero Hume, el periodista!- exclamó la chica –¡No puedo creer que estés
frente a mí!
-Claro…
¿Me conoce?- repuse, algo sorprendido
-¡Claro!
¡Cómo no habría de conocerte! ¡Todos te conocen!
Pues
no todos, pensé para mí, pues nadie en el astropuerto pareció conocerme…
-Pues
me siento muy honrado- le dije sinceramente, mirándola con curiosidad.
-¡Eres
famoso! ¡Y yo soy tu más grande admiradora!
-Pues
solo he tratado de sobrevivir- le dije- La fama vino por añadidura –y sonreí,
pues su admiración parecía sincera y apabullante.
Brísina
era totalmente zombie. Sus cabellos, la zonas de decoloración de su epidermis,
sus raros ojos, su mirada de cazador que pretendía hacerse pasar por presa, su
olor… todo era zombie. Hasta su ropa lo era. Era ropa nueva, posiblemente hecha
a medida por un calificado artesano, pero indudablemente era ropa zombie.
Podría
haber sido una linda chica… ciertamente. Sin todos esos detalles posiblemente
sería hermosa… o muy hermosa. Ella pareció notar cierto interés en mí y se me
quedó mirando…
En
ese momento su padre carraspeó y con mucha suavidad le pidió que se retirara.
-Tenemos
que tratar un asunto delicado, hija mía… Por favor, déjanos solos…-
La
chica se retiró de la oficina, no sin antes dirigirme una mirada que me erizó
hasta el último de mis humanos cabellos.
-¿Bebe?-
Me preguntó El Jefe. Su oficina no era demasiado distinta de otras oficinas de
otros jefes. Junto al infaltable escritorio había una pequeña mesita con varias
botellas y copas.
-Claro-
le dije, aceptando.
-¿Qué
le apetece?- me preguntó- Tengo bebidas humanas…
-¿Ustedes
se preparan sus bebidas?
-A
la mayoría las preparamos nosotros aunque importamos muchas. Es que nuestros
sentidos no son igual que cuando éramos humanos… hay sabores y también olores,
que ahora nos agradan y antes nos resultaban francamente desagradables…
-Recomiéndeme
algo…
-Bien-
dijo satisfecho, a la vez que servía dos copas…
Me
instalé lo mejor que pude en mi sillón, frente a mi anfitrión, que ya se había
sentado. Me sentía incómodo, bastante, pues tenía la sensación de que aquella
conversación iba a ser trascendente y no sabía por qué.
-¿Cómo
estuvo su viaje? ¿Algún inconveniente? ¿Lo trataron bien en el aeropuerto?
-Bien…
el viaje fue agradable… No, no tengo ninguna queja… Observé pocos viajeros en
el aeropuerto… ¿Siempre es así?
Una
rara sonrisa se dibujó apenas en su cara.
-Siempre…
Es que la mayoría de los que viajan aquí lo hacen por negocios y en sus propias
y pequeñas naves. Prácticamente nadie ingresa por donde usted llegó…
-Excepto
los misioneros… -agregué.
-Excepto
ellos-
-Y
los incautos como yo-
-También…-
La
bebida tenía un sabor algo extraño pero sabroso.
-¿Sabe
quién es el padre de su novia?- me preguntó abruptamente.
Me
extrañó un poco la pregunta pero no había razón para no contestarla; de todas
maneras no sabía prácticamente nada del padre de Emeralda.
-Solo
sé que es un importante empresario, no sé mucho más-
-¿Sólo
eso sabe? –dijo y continuó-El padre de su novia es el dueño de la empresa donde
usted trabaja.
Algo
comenzó a andar mal en mi cuerpo -¿Qué quiere decir?
-Que
su patrón es su futuro suegro…
-No,
no puede ser- Mi cabeza había comenzado a trabajar a una velocidad increíble y
posiblemente por eso comenzaba a marearme. Con razón mis ascensos y mi rápida
fama y tantas puertas que se abrieron en los momentos justos ¡Y de ahí mi
rápida contratación! ¡Ella me había estado ayudando durante meses! Aunque
supongo que mi contratación fue un gesto de pura lástima… ¡Que me había hecho
mucho bien!
-No
tendría por qué ser una noticia tan mala…- continuó él.
-No
es una mala noticia, pero sí es inesperada- respondí.
-Si
no fuera porque es una muy mala noticia- dijo, mirándome con más seriedad, si
“más seriedad” es posible en un zombie.
-No
le entiendo-
-Su
suegro no lo quiere a usted como yerno.
-Sabiendo
quién es no me extraña… lo poco que tengo de fortuna se lo debo a mi trabajo;
se lo debo a su hija…
-Y
quiere que lo mate.
-¿Quiere
que usted me mate?
-Y
me pagó muy bien por ello.
Así
que por eso me enviaron a Esperanza. ¡Esa era la razón! ¡Yo que pensé que me
enviaban allí porque era la misión más difícil del periodismo actual, de la que
nadie había regresado! Mi estupidez me dejó mudo, pues yo mismo me había metido
en la trampa.
Pero había algo extraño allí y no era que mi
futuro suegro quisiera matar al hombre que su hija amaba –y que pensaba que no
era el adecuado para ella- sino esta conversación, la conversación que estaba sosteniendo.
Eso era extraño. Finalmente mi curiosidad pudo más.
-¿Por
qué todavía no estoy muerto?
-Lo
mataré, de eso puede estar seguro, pero por ser usted le doy dos opciones.
-¿Por
ser yo?
-Usted
es un famoso periodista…
-No
tan famoso como otros…
-Más
famoso que muchos. Ha demostrado un valor excepcional, un coraje que hace que
sus reportajes sean muy vistos… Y mi hija lo quiere.
-¿Ella
me quiere?
-¡Lo
adora! Desde hace bastante tiempo. Como bien se lo ha dicho es una de sus
“fans” más entusiastas. Dado que prometí matarlo y siempre cumplo mis promesas,
le doy a elegir entre matarlo, descuartizarlo y comerlo o solamente transformarlo
en uno de nosotros, que estamos técnicamente muertos.
-¿Transformarme
en uno de ustedes?- dije en una especie de lastimoso quejido.
-Transformarse
en uno de nosotros. No es tan malo.
-¿Le
parece que no? ¿Cazar personas para comer?
-Creo
que está algo confundido… Nuestra especie ha cambiado mucho desde la época en
que el virus “Z” asoló los mundos… Casi somos humanos…
-Ese
“casi” suena poco alentador, con todo respeto, señor- No quería irritar a mi
anfitrión, pero tampoco podía dejar de expresar mi desacuerdo.
Pero
él continuó sin inmutarse-Y en este planeta en particular, “nuestro” planeta,
nos alimentamos casi exclusivamente de la carne de las criaturas subterráneas,
los que llaman topos “Z” o talaranes.
-¿Ya
no comen humanos?
-A
los humanos no les gusta que los coman, por lo que tenemos que restringir ese
plato –dijo eso mirándome significativamente- a una ocasión por año… De todas
maneras la carne de las criaturas subterráneas es mucho más sabrosa y
nutritiva. Es por su exquisito sabor que comenzó este planeta, no se olvide.
Supongo que se habrá informado de esto antes de venir…
-Si,
bueno, conozco bien la historia-
-Sabemos
que la conoce… y esa es la segunda razón por la que le doy la posibilidad de
elegir. No es común que los humanos se interesen por nuestra historia, por
nuestro origen y de una forma tan… racional.
-¿Racional?
-Usted
no nos odia.
-¿Odiarlos?
¿Por qué habría de hacerlo?
-Es
una pregunta extraña, pues son contadísimos los humanos que no nos odian…
Incluso la mayoría de los que ganan mucho dinero con nosotros, los que
comercian con nosotros, nos odian.
Por
eso es que usted también tiene mi respeto… Nosotros nunca pudimos controlar
nuestra condición hasta que llegamos a este planeta.
-Bueno…
no pretendo contradecirlo, pero todavía comen humanos…
-¡Es
para mantener la tradición! Es parte de nuestra cultura… Entenderá que tenemos
pocos rasgos culturales propios y entre ellos, comer humanos es uno... –dijo,
terminando con una lúgubre sonrisa o quizás parecía lúgubre por ser una genuina
sonrisa zombie.
-¿Y
no tengo elección? ¿Se da cuenta que a mi regreso de este reportaje quizás me
casaría? ¿Y que estoy muy enamorado?
-Lo
entiendo, pero no puedo hacer nada más que dejarlo semi-vivo… o semi-muerto,
como quiera llamarle.
-¿Y
podré comunicarme con ella?
-¿Con
su novia? Claro… Podrá hacer muchas cosas… menos marcharse. Sabe que a los de
nuestra especie nos resulta casi imposible salir de este mundo.
-¡Estaré
muerto y en una cárcel!
-Este
mundo es inmenso… hay muchísimos lugares sin explorar y muchas criaturas totalmente
salvajes esperando ser descubiertas… ¿Por qué no piensa positivamente y sigue
su carrera aquí?
-¿Mi
carrera periodística?
-¡Claro!
¡Nos encantaría tener nuestros propios programas! ¡Hasta podría dirigir nuestra
propia estación televisiva! ¡Ya estamos cansados de contenidos hechos por
humanos y para humanos!-
No
era algo que me consolara, pero supongo que eso era mejor que nada… Además no
veía muchas opciones, escapar era imposible… ¿Adónde lo haría, en un planeta
donde a cualquiera le encantaría cazarme y comerme? Pero me molestaba haber
caído en esta trampa, de esa forma…Y dejar a mi amor atrás; eso iba a ser lo
más duro… Por lo demás no estaba asustado, ni conmovido, ya que tenía asumido
que ir a los lugares que iba podría ser peligroso –era peligroso- y
eventualmente podría ser mortal. Aquí moriría, aunque extrañamente seguiría
vivo, o casi-vivo. Así me consolaba.
-Está
bien- dije –Dígame qué tengo que hacer o cómo lo hacemos… ¿Cómo contraigo el
virus?
-Eso
se lo explicará Brísina y ella será la encargada de su, bueno, transformación.
Recuerde, gracias a los talaranes y su carne somos casi, casi, humanos.
Fue
así que me volví zombie y así fue que comenzó la segunda etapa de mi brillante
carrera periodística, pues resultó que cuando logramos montar nuestro canal
televisivo y comenzar a emitir nuestros propios contenidos –y sobre todo “esos”
violentos contenidos que gustaban tanto- no solo resultó ser un éxito en
Esperanza, lo que era obvio porque tampoco había mucho para elegir, sino que
comenzamos a ser vendidos para el exterior.
No
sé si fue por curiosidad o porque los formatos eran realmente originales o porque
a muchos humanos parecía agradarle la estética zombie –por lo menos vista a la
distancia- que teníamos una gran y sorprendente cantidad de telespectadores.
Tengo
que reconocer además que si bien el trabajo absorbía gran parte de mi tiempo y
energía me iba adaptando agradablemente a la vida allí. Brísina realmente me
quería y pues, al cambiar mi sentido estético casi mágicamente advertí que era
muy, pero muy bella. Los desafíos del trabajo y la amabilidad y belleza de Brísina
hacían que cada día me sintiera más a gusto.
Aunque
sabía que algo me faltaba… y me faltaría, quizás por siempre. Brísina lo
advertía, por más que nuestro ritmo de vida era acelerado y cansador y no había
nunca demasiado tiempo para reflexiones y nostalgias.
Hasta
que unos meses estándar después de que nuestros contenidos comenzaron a ir de
aquí para allá en el universo me comunicó que había alguien que había venido a
ayudarnos en nuestro trabajo.
-¿Alguien
viene a ayudarnos?- le contesté- ¿Por qué?
Ella
simplemente me dijo que nuestro negocio había crecido mucho, que seguramente
seguiría creciendo y necesitábamos especialistas que nos ayudaran en la
expansión. Solo eso.
Así
que cuando unos días estándar después conocí al especialista que nos ayudaría
la sorpresa no fue total. Pero en cierta forma fue más que eso, pues allí
estaba Emeralda, mirándome. Mi cuerpo parecía haberse quedado de piedra.
¿Creías
que ibas a escaparte tan fácilmente de mí?- me dijo finalmente, tan humana como
la primera vez que la vi.
Con
mucho esfuerzo, logré contestarle-Nunca quise escapar de ti… Nunca tuve la
menor oportunidad de no hacerlo… ¿Qué haces aquí? No es seguro…
-Vine
a ayudarte, a ayudarlos a ambos… y tu amiga me protege…
-¿Mi
amiga?- pregunté incómodo
-Si,
tu amiga, tu amante, tu esposa… ¿Cómo te parece que deba describirla?- su voz
sonaba bastante molesta…
-Deberías
saber que no tuve elección…
-No
sé si creerte… pero eso no es lo más importante ahora sino saber si todavía me
amas…
-¡Claro
que sí! ¡Siempre lo haré!
Fue
recién en ese momento que pensé que solo había querido seguir con vida para no
perder la posibilidad de verla nuevamente… Si era así, todo había valido la
pena.
-Entonces,
si es cierto que todavía me amas, me quedaré contigo…
-Pero…
¡Eres humana! Y además mi amiga…
Mi
“amiga” había aparecido a un lado de la escena, mirándome fijamente… más no
parecía tan enojada como debería estarlo.
-Ya
hablé con ella sobre eso…- me dijo Emeralda entonces.
-¿Sobre
qué?
-Sobre
volverme zombie y quedarme aquí contigo… con ustedes…
-¿Lo
harías? ¿Con nosotros?- dije, mirándola a ella y luego a Brísina, quien estaba
totalmente calmada. Sin duda nada de lo que allí estaba escuchando era una
sorpresa para ella…
-¡Ustedes
han arreglado todo eso!- les dije.
-¡Claro
que lo hemos hecho!-exclamó Brísina-¡Si es por ti hubieras seguido penando
hasta el fin de los tiempos! Ella te ama y yo te amo… y seguramente cuando deje
de ser una humana lucirá hermosa y atractiva…
Miré
a Emeralda y me devolvió decididamente la mirada.
-¡Ah!
Ya tienen todo muy bien pensado… Parece que no les importa lo que yo pueda
opinar…
-No,
no nos importa- dijeron ambas al unísono.
Desde
la ventana contemplo este dulce planeta y pienso en cómo el amor puede cambiar
nuestras vidas. Ya hace un año que Emeralda está conmigo nuevamente… y junto a
Brísina no solo hemos conformado un formidable equipo de trabajo sino que nos
amamos cada día más.
Y
me siento el ser más feliz de Esperanza, compartiendo mi vida -¿o semivida?-
con las dos zombies más hermosas del planeta.
FIN
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