A la memoria de Nahuel, que terminó su camino en la
Tierra sin haber disfrutado de todo lo hermoso que esta existencia puede darnos
y de todos los humanos que, día a día, hora a hora, minuto a minuto, pelean por
sus vidas contra el cáncer.
SOLDADOS DE DIOS
“En lo profundo del espacio ocurren terribles batallas,
donde ejércitos de millones de combatientes se enfrentan por razones que La
Humanidad está lejos de poder entender. Pero allí hay soldados que alguna vez
vivieron existencias humanas…”
Nahu, envuelto en su fulgor, miró arriba, abajo y a sus
costados y hasta donde lograba distinguir brillaban las armaduras, los escudos,
las espadas y las lanzas de sus hermanos y hermanas de armas, quienes en apretada formación
esperaban la celestial orden de lanzarse al combate. No había temor en ellos,
no había duda en ellos ni temblaba una sola de las estelas de su alma, pues
allí, a su frente, el mismo Arcángel de la Guerra se aprestaba a dirigirlos. En
el centro de todos ellos, como piedra angular de todo el ataque, se encontraba
la élite de la élite, los guerreros probados, los que jamás retrocederían, los
que jamás serían vencidos, los que aún sin armas, escudo o armadura alguna eran
enemigos terribles para cualquier ser de La Oscuridad. Y él formaba parte de
ella.
Su enfermedad fue descubierta accidentalmente. Por su
corta edad, el impacto que provocó en su familia ese macabro hallazgo fue
terrible. Ni que decir de sus efectos en su propia vida, pues también terrible
fue la larga lucha que siguió. Viajes, internamientos, exámenes médicos,
terapias convencionales, experimentales,
desazón, dolor… un dolor profundo y primitivo, quizás el de saber que
toda esa lucha podía ser en vano. El campo de batalla no solo era su cuerpo,
aunque equívocamente podía parecerlo… una parte muy importante de la lucha se
libraba en su mente, en su voluntad, influyendo en sus ganas de vivir, tratando
de mantener viva la esperanza, soñando un precioso futuro en donde pudiera
vivir sin la amenaza mortal de su enfermedad… y todos a su alrededor eran tan
combatientes como él, todos cultivaban la esperanza como él y todos deseaban
ser tan fuertes como él tenía que serlo.
El dolor físico constante y a veces inaguantable, el
deterioro corporal producto de los largos combates, la lógica inexplicable de
soportar lo insoportable y de luchar contra lo que por momentos parecía
invencible forjó en él la esencia del guerrero, una voluntad firme y un deseo
conmovedor de luchar por lo que creía correcto y verdadero, que no era ni más
ni menos que su propia vida.
Sabía que en esa guerra no habría tablas, no habría
empates, ni armisticios definitivos… Sí hubo una tregua, un “alto el fuego”, un
intercambio de prisioneros… Aun así, aun disfrutando de esa paz transitoria, él
sabía que esa guerra seguiría y que sería a muerte.
Y así fue. Su edad, su juventud, su fuerza,
contradictoriamente también potenciaban a su enfermedad y sucedió que ésta,
inesperadamente, traidora y rápida, en un avance extraordinario terminó
arrebatándole la vida.
Sobra decir que el golpe en la familia fue terrible… y
el duelo seguramente inundará sus recuerdos hasta el fin de los días.
Pero él estaba ya a salvo de todo tipo de sufrimiento.
Se habían terminado los largos y dolorosos procesos de quimioterapia, las
operaciones arriesgadas, complicadas y nunca suficientemente eficaces. También
había cambiado la forma en que veía el sufrimiento de sus seres queridos, pues su nueva existencia
-la que siempre había sido en realidad, pero había estado atada a una realidad
que lo oprimía- le hizo ver la vida terrenal de una forma totalmente distinta.
Y ciertamente había cosas de su pasada vida que ahora le costaba entender. Si
bien sabía que en su momento había hecho lo correcto al luchar con toda su
energía por conservar esa vida, no comprendía ahora por qué se había aferrado a
ella con tanta desesperación. Reconoció
el sufrimiento de sus seres queridos pero no pudo menos de relativizarlo… ¿Por
qué sufrían tanto? ¿Es que no se daban cuenta de que la verdadera vida era ésta
y no aquella? La vida en un cuerpo es solo un ejercicio, un simulacro, quizás
una prueba, que muy pocos identificaban como tal y que muy pocos aprovechaban.
Los sentidos, las metas orgánicas, los objetivos materiales, todo propio de un
cuerpo, de un entorno, no eran más que una trampa que debía desarmarse pieza
por pieza y así desarmada y puesta a un lado, comenzar a disfrutar de la
esencia del viaje, del verdadero objetivo de esa estadía y de ese pasaje.
El, aún en su condición sabía que era difícil ver la
trampa… difícil liberarse de los deseos, de las aparentes necesidades, de las
tendencias sociales, de las conductas propias de esa civilización. Difícil y
casi imposible.
Más la muerte física liberaba de todo eso. Ella era la
que mostraba la verdad. Y la enfermedad, el sufrimiento, la larga agonía,
habían sido pruebas que los habían fortalecido, a él y a los que habían sufrido
junto a él. Y el cáncer había sido el agente enviado para eso… la enfermedad
humana por excelencia y la más devastadora de todas.
Y sintió el deseo de llevar hasta sus seres queridos
esa nueva experiencia, decirles que ahora estaba bien, mejor que nunca, libre
de su enfermedad y también de la atadura que en definitiva había sido su
cuerpo… era un cuerpo.
Pero tenía otros objetivos, nuevos, distintos, como
correspondía. Allí se le necesitaba y todo lo que había sufrido beneficiaría a
todos. Él, le habían dicho, formaría parte de la élite de la élite… se lo había
ganado. Pues allí La Luz luchaba constantemente contra La Oscuridad, en una
lucha sin fin y sin tregua… Allí, en esos campos de batalla se definían futuros
de sistemas estelares enteros, de especies que ni siquiera sabía que existían y
una victoria inclinaba la balanza de tal forma que resonaba por todo el
Universo… y una derrota era una catástrofe enorme.
Nahu sabía que entre los más piadosos y entre todos
aquellos que más habían sufrido, Él elegía Los Pilares de Su Sagrado Ejército.
Así pues, todos los que habían soportado penurias,
hambre, guerras, desastres, los niños, los que ni siquiera habían llegado a conocer
las trampas, los puros, los verdaderamente piadosos, los torturados por sus
causas, los inocentes, todos ellos eran los mejores soldados, todos ellos en su
inocencia o en su voluntad de vivir eran los más fuertes… Y aún había entre
ellos una clase de guerreros que eran lo mejor de lo mejor, con un pasaje
terrenal lleno de dolor y convicción, con una forma de ver la existencia que
les había hecho desprenderse de gran parte de lo que se podría llamar “vida
terrenal”… Eran Ellos, los que habían necesitado encontrar Su Esencia, Los Sufrientes,
Los Luchadores Incansables.
Ellos eran la élite dentro de la élite, la dureza
dentro de la dureza, la convicción dentro de la convicción. Su bondad era
interminable y su valentía imparable.
Los que habían sufrido sin fin y aun así habían
continuado luchando. Los que sin esperanza nunca habían renunciado a ella. Los
que sacaban provecho de cada batalla, no pensando en la guerra, sino en hacerse
mejores guerreros. Ellos, sin duda, eran los más poderosos Soldados de Dios.
El Portentoso Ser, Arcángel de la Guerra, Portador de
la Justicia Divina, señaló hacia el infinito y allá, a la distancia, una
intensa oscuridad, vieja, tenebrosa, inmensa, comenzó a ocultar estrellas y
reflejos. El enorme muro oscuro, tan vasto como la muralla luminosa que los
esperaba, se acercaba velozmente, cada vez más cerca, en ebullición, en
movimiento, hasta que comenzaron a distinguirse corpúsculos alados, fragmentos
de oscuridad, armados como ellos y quizás tan convencidos de la victoria como ellos.
“No tan convencidos -pensó Nahu- pues ninguno tan acorazado de convicciones
como nosotros ni ninguno tan pleno de la Ira Divina”.
Los estandartes ondearon con los sub-etéreos vientos de la batalla, los escudos se
prepararon, las lanzas tendieron sus afiladas puntas hacia el enemigo y un
indescriptible estallido luminoso recorrió la brillante hueste alada,
lanzándolos hacia el combate.
¡A vencer, Soldados de Dios, a vencer!- parecían decir
las trompetas.
FIN
Me gustó mucho ... Un abrazo grande!!!
ResponderEliminarGracias!!! Un abrazo!!!
Eliminar