La idea original era hacer este cuento de entre 1500 y 2000 palabras, pero sinceramente, me resultó imposible. A medida que lo reescribía buscando “encajarlo” en esa cantidad de palabras, ese objetivo parecía cada vez más lejano. Es más, como la mayoría de mis cuentos podría haber empleado con comodidad el doble de palabras y hasta hubiera quedado un mejor relato… Para eso alcanzaría con más descripciones o algún personaje más… Pero no era la idea. Esta temática es un poco-demasiado trillada, me está costando bastante escribir y lo que quería era expresar lo mejor posible esta idea, sin muchas pretensiones, pues tengo, creo que afortunadamente, muchas otras cosas en la cabeza, cuentos que espero sean mucho mejores que éste –bueno, habrá mejores, iguales o peores- y sobre todo, las novelas que poco a poco están corporizándose y que oportunamente llegarán al blog.
Y a todos los que piensan que las pelis y relatos de zombies son aburridamente repetitivos… posiblemente tengan razón.
Mis saludos para el amigo Vicente Acosta... lector y escritor en ciernes...
COLECCIÓN
ESPECIAL
El desfile estaba siendo un éxito y Deshi,
uno de los tantos fotógrafos, sonreía orgulloso. Miraba a Rilah sonreír y
divertirse aunque seguramente estaría algo nerviosa; era la noche elegida, la
noche que presentaría su Colección Especial… Pero él estaba seguro de que todo
resultaría bien, que su colección impresionaría mucho a los expectadores y de
que este lanzamiento significaría un gran estímulo para la moda del planeta...
y Rilah se lo merecía… no solo por ser su novia o por ser la chica más hermosa
que hubiera conocido, sino porque era una diseñadora genial. Y mientras las
cámaras fotográficas centelleaban infatigablemente capturando las espléndidas
prendas y los modelos femeninos y masculinos ostentaban las que serían
seguramente las tendencias primaverales en todo el planeta, él sabía que tras
las cortinas se preparaba la sorpresa estética más importante desde la
fundación de Esperanza, nada más ni nada menos que una colección especialmente
diseñada para El Día del Misionero.
Hacía casi un año que había conocido a la
joven diseñadora que había robado su corazón y había sido un Día del Misionero,
tal como debía ser. En Esperanza se piensa que ese día es muy especial. Algo
así como que todo lo bueno pasa ese día o a partir de ese día. Son ideas que
creo nacen más bien del estómago que de nuestro cerebro o eso pensaba hasta que
la conocí.
Ese día había partido muy temprano para
instalarme cerca de una senda que partía de La Llanura de los Misioneros hacia
las montañas. Allí era donde las naves los dejarían. Por supuesto, en cuanto
los inmensos transportes voladores abrían sus puertas, salían en estampida
hacia todas direcciones y como siempre sucedía las montañas tentarían
posiblemente a un gran número… y para llegar a las montañas muchos tendrían que
pasar frente a mí. Acababa de derribar uno, robusto, con buena carne –no como
esos misioneros gordos que son como morder una almohada o como esos viejos que
son como masticar un trozo de madera saborizado- cuando otro humano casi cae
encima nuestro… Era una hermosa chica que quedó inmóvil de miedo, aterrorizada,
mirándonos... –Paul…- murmuró, espantada. En ese momento caí en la cuenta de
que quizás conocía a mi víctima. Su semblante no cambió cuando con un hábil
movimiento metí una de mis manos hasta el hígado del misionero y se lo arranqué
lo más limpiamente que pude. Nunca era una tarea fácil –lo que habla muy bien
de mi pericia- pues los humanos se retorcían, pataleaban y gritaban durante la
maniobra-. Dirán que soy un bárbaro o que no tengo modales, pero es que
realmente siento una atracción irresistible por los hígados humanos… no hay
parte corporal más exquisita. Así que mientras comenzaba a comerlo allí mismo y
al ver que otros ciudadanos se acercaban –seguramente atraídos por los alaridos
de mi presa- le dije a la chica que se marchara.
-¡Márchate! ¡Corre!- le dije, gesticulando
con el hígado. Fue extraño. Lo normal hubiera sido lanzarme sobre ella y
desgarrarle el cuello con los dientes, para luego seguir con su hígado, luego
de terminar el aún caliente que tenía en mi mano … pero no, no lo hice. Me
miró, quizás más aterrorizada que antes y se marchó lo más rápidamente que pudo
por el sendero que apenas se veía entre las rocas.
Los gritos humanos siempre traían más
cazadores… no todos estábamos en la forma indicada para cazar –había ciudadanos
muy jóvenes o demasiado viejos- por lo que es ley que en El Día del Misionero los humanos se
comparten. Pronto comenzaron a trozar el cuerpo y cuando terminé mi hígado los
gritos del humano hacía unos minutos se habían apagado y solo se sentían las
quebraduras de huesos, gruñidos, desgarros, jadeos, las masticaciones
desesperadas y a lo lejos, gritos… la cacería estaba en pleno desarrollo y
todos sabíamos que había más presas corriendo por ahí.
Así que decidí a buscar mi segundo
misionero.
Miré hacia los ciudadanos que estaban sobre
lo que quedaba del cadáver, no mucho ya y grité: -¡Voy por otro!
Una ensangrentada cara me miró y con una de
sus manos me hizo el pulgar para arriba. Creo que no conocía a ninguno de
ellos, pero todos éramos ciudadanos y la amabilidad nunca estaba de más.
A mediados de la tarde ya había cazado a
cinco misioneros más y mis seguidores y yo habíamos comido hasta el hartazgo,
tanto que algunos se dispusieron a echar una pequeña siesta. Yo había quedado
con un par de ojos grabados, observándome… Y quería satisfacer mi curiosidad,
así que fui hasta donde había caído el primer misionero y le seguí el rastro a
la chica.
La seguí por horas. Sabía que era difícil
encontrarla viva, pero no sería la primera vez que algún misionero escapaba de
la primera cacería. El año anterior había pedido licencia en mi trabajo y había
estado cazando cuatro días más ¡Había sido muy emocionante!
Finalmente la encontré, ya al pie de las
montañas. No estaba en buenas condiciones… magullada, llorosa, aterrada y por
si fuera poco, cuando me acerqué me di cuenta de que se había roto un tobillo…
así que su huída había terminado.
Pero me sucedió algo extraño con ella o era
sencillamente que mi estómago estaba rebosante… no la maté. Me acerqué
lentamente y a una distancia prudencial, pues no quería asustarla más todavía,
le hablé.
-Ya no tengas miedo, no te voy a comer…
Creo que me reconoció… por lo menos tembló
como si lo hiciera.
-¿Cómo es que hablas? ¿Eres humano?- me
preguntó…
-No soy humano, lo siento…
-¿Qué eres entonces? ¿Cómo pudiste comerte
a mi novio? Y… ¡Estás lleno de sangre!- Hizo nuevos intentos por llorar o eso
pareció… pero creo que sus lágrimas ya se habían acabado. Comenzó a temblar… no
sabría decir si de frío o de terror.
-Soy un zombie… ¿No lo ves?
-¡Pero los zombies no existen! ¿Dónde
estoy? ¿Me comerás también?
-No, no te comeré…-no le dije que ya había
comido suficiente humano por hoy y por varios meses… en realidad la carne
humana me cae un poco pesada, excepto el hígado claro. Ella se tranquilizó un
poco…
-¿Cómo te llamas? –pregunté para
tranquilizarla…-¿No sabes dónde estás? ¿O cómo fuíste a dar aquí?
Me contó que su nombre era Rilah, que su novio
y ella eran de Madrid; que habían salido de una fiesta rebosantes de alcohol y
algunas drogas que ahora no se acordaba cuáles eran y que totalmente enajenados
posiblemente se habían quedado dormidos en alguna acera o en algún callejón o
en alguna parte y que de allí… bueno, alguien los había recogido.
-Estaban reuniendo humanos para el Día del
Misionero, eso sucedió. Tuvieron la mala fortuna de estar en el lugar
equivocado en el momento equivocado.
-¿Mala fortuna? ¡Los demandaré! ¡Necesito
una embajada, la policía, el ejército! ¡Nos secuestraron! ¡Y te lo comiste!
-Yo solo le comí el hígado… -agregué- ¿Sabes
dónde estás?- le pregunté calmadamente…
-¿En un matadero?
-En Esperanza- Me miró extrañada;
obviamente nunca había sentido hablar de Esperanza –Es un planeta lleno de
zombies.
-¿De zombies? ¡Qué asco!... –me miró-
Disculpa… pero es que son horripilantes… aunque no sabía que todavía existían.
-Existimos- le dije, y me acerqué. Ella se
apretujó contra las rocas y tembló nuevamente cuando le tomé el tobillo
lastimado. –Ponte cómoda y te vendaré- Rompí mi camisa y la vendé lo mejor que
pude; ella miró con repugnancia al tela llena de sangre. –Tranquilízate, no te
muevas y te contaré algo que pocos saben…
Me sentía extraño con esa humana… hasta
cómodo. Era muy hermosa y muy bien formada –una excelente presa-… y había algo
en ella que me obligaba a explicarle, a hacerle saber por qué sucedía lo que
estaba sucediendo… o lo que iba a suceder.
-¿Qué?- me dijo, incómoda por mi silencio…
-Creías que ya no había más zombies…
-Lo creía… sé que a principios de este
siglo hubo una epidemia, pero que había sido controlada… ¡Ya no existen más!
-Pues evidentemente te equivocas…
existimos… todavía.
Me miró y aprobó con la cabeza… movió un
poco su pierna; seguramente el tobillo le dolía.
-Como dices, a principios de este siglo el
famosísimo Virus Z se escapó de un laboratorio de esos que los humanos tienen
para investigar, guardar y desarrollar cosas horribles y se propagó ferozmente.
También tienes razón en que finalmentefué controlado… Muchos enfermos fueron
asesinados por las fuerzas de seguridad y otros, bueno… aprovechando que la
colonización espacial estaba en su auge, fueron utilizados en ella.
-¿En la colonización? ¿Haciendo qué?
-Alguien tuvo la genial idea de utilizar a
los infectados como avanzadilla en planetas que había que explorar… Nada mejor
que ellos… Alimentarlos no costaba prácticamente nada, no tenían miedo, no
morían fácilmente, no era necesario gastar en salarios, ni en equipamiento
especial ni uniformes, ni seguro de salud ni entrenamiento, ni siquiera había
que darles armas y además aniquilaban a todo lo vivo que encontraban ante sí.
Para aprovecharlos mejor les agregaron cámaras y sensores para monitorear el
comportamiento de las especies nativas, por lo que obtenían un completo abanico
de datos a muy bajo costo. Ese era el magnífico uso que tenían para los zombies
y los humanos estaban muy satisfechos con los resultados… y posiblemente eran
los únicos satisfechos-agregué, como un comentario por lo bajo-. Pero algo
imprevisto sucedió cuando llegaron a este mundo, el planeta que llamamos
Esperanza, un planeta cuya especie inteligente –los talaranes- era subterránea.
Los humanos habían descubierto que secretaban una rara sustancia -maleable,
liviana y muy valiosa- con la que fabricaban todo lo que utilizaban y cuyos
excedentes eran almacenados en depósitos especiales. También descubrieron que a
los talaranes les encantaba la carne de los infectados. Así que diseñaron un
sencillo plan en tres pasos: Primero, colocar abundantes y sabrosos no-muertos
en la superficie… Segundo, los talaranes salían en masa para comérselos…
Tercero, los humanos aprovechaban para saquear las madrigueras de los
talaranes… Un negocio redondo –dije, haciendo una pausa. Ella escuchaba con
incómoda atención y continué- Pero si bien todos sabían que los zombies se
defenderían, y que a su vez tratarían de comerse a los talaranes –pues ya dije
que tenían esa horrible compulsión de atacar y morder todo lo vivo que se
pusiera delante- nadie pensó en el efecto que la carne de estos animales
parecidos a enormes topos tendría sobre ellos… ¡Y tuvo un efecto increíble!
Lograron transformarse en algo… menos “zombie”. No puede decirse que se
hicieron humanos nuevamente, pero se suavizaron algunas de sus características
morfológicas, se moderó algo su carácter y lo más importante… recuperaron una
inteligencia comparable a la humana. –En ese momento abrí los brazos,
mostrándome en todo mi esplendor zombie… no le agradó lo que vió, así que se
apretujó más sobre sí misma- Fué cuestión de tiempo derrotar y domesticar a los
talaranes y negociar con los humanos la venta de todo lo que se obtenía en el
planeta. Este fue el comienzo de Esperanza, la primera colonia zombie del
Universo conocido… y el único planeta habitado y gobernado por zombies... Aunque
no debes confundirnos con las bestias sin inteligencia que llegaron aquí… somos
mucho más evolucionados…
-¿Evolucionados? ¿Pero por qué nos cazan?
¡No son tan evolucionados! -dijo ella –No lo entiendo, ni entiendo por qué las
autoridades permiten ésta… ¡Ésta masacre!
-A este día le llamamos El Día del
Misionero y es la festividad más importante del planeta y… es la misma
Federación Terráquea la que lo inventó.
-¡No puede ser cierto!
-Ellos lo inventaron, lo promocionaron y
ellos son los que organizan la recolección y el traslado hasta aquí…
-¡Pero aparte de la monstruosidad que es
todo esto, yo no soy misionera y mi novio tampoco lo era! –Estaba indignada… y
supongo que con razón. Creía, al igual que ella, que no había hecho nada para
estar allí, conmigo… pero allí estaba… y tenía que explicárselo.
-¡Claro que no! ¡De eso se trata!El Día del
Misionero fue una especie de solución del gobierno de la Federación Planetaria
para evitar una matanza aún mayor. Es que este mundo resultó desde sus inicios increíblemente
tentador para todas las iglesias que, desperdigadas por todos los mundos,
trataban de salvar la mayor cantidad de almas posibles, de quién sabe qué cosa…
Y no había nada más atractivo para un misionero que tratar de recuperar un “alma
perdida” zombie.Pero los habitantes de
Esperanza –entre los que me incluyo, obviamente- nunca supieron apreciar las
verdaderas intenciones de sus “salvadores”; simplemente los cazaban y se los
comían. Fueron incontables los misioneros que fueron desayunados, almorzados,
merendados, cenados o comidos entre esas horas. Hasta que llegó a ser demasiado
aún para el gobierno de la Federación.
Esta tomó dos medidas. La primera, prohibir
la llegada de misioneros de cualquier iglesia al planeta –un gesto que le salvó
la vida a una inmensa cantidad de religiosos-. La segunda, instaurar, junto con
las autoridades del planeta, El Día del Misionero… un día para recordar y
conmemorar la labor y el sacrificio de las decenas de miles de misioneros que
ya habían dejado sus vidas, sus entrañas, su sangre, en las tierras zombies.
Para ese día, la Federación recolectaba prisioneros en todas las cárceles,
ancianos y enfermos sin familiares que los reclamaran, mendigos, terroristas o
sospechosos de serlo, enemigos políticos de cualquier régimen amigo e incluso –y
la miré, apenado- humanos descuidados que se pusieran delante de las patrullas
de captura… todos ellos. Y eran desembarcados un único día, El Día del
Misionero, en una gran llanura que se llama, precisamente, Llanura del Misionero.
Ese día, los zombies volvemos a cazar
humanos y es por cierto, la festividad más importante del planeta.
-¡Es horrible!
-No es tan malo… Recuerda que esto lo
hacemos solo una vez al año…
Me miró intrigada -¿Y el resto del tiempo
que haces?
-Todos tenemos cosas para hacer,
profesiones, trabajos… Aquí nadie está ocioso… Yo soy fotógrafo.
-¿En serio? –me miró asombrada… luego
suspiró- Yo…, bueno, era diseñadora…
-¿Qué diseñabas? –le pregunté con interés.
-Ropa… no era muy famosa pero tampoco era
una total desconocida, por lo menos en ese ambiente…
-Pues, lo siento... lo siento mucho- aunque
había algo, algo que me estaba carcomiendo… una idea. Claro, una idea
totalmente zombie, pero una idea al fin.
-¿Cuándo me comerás?- preguntó… -Ahora por
lo menos sé por qué estoy aquí y no me comerá un completo desconocido…- casi
pareció sonreír, pero tembló… tampoco supe si de frío o de temor –Y no me has
dicho tu nombre…- agregó
-Me llamo Deshi… -y sintiéndome algo tonto
continué- …y puedo salvarte, si quieres…
-¿Salvarme? ¿Cómo? ¿Y por qué lo harías?
-Es la primera vez que hablo con un
misionero, bueno, con alguien que hace de misionero… y creo que no mereces
estar aquí… -No le dije que me gustaba muchísimo y que deseaba conocerla un
poco mejor- No podría salvarte siendo humana… pero puedo convertirte en uno de
nosotros…
-¿No tengo opciones? ¿No hay otra forma?
-Es la única forma que conozco… y la única
que hay. No permitirán que regreses… es más, si algún otro ciudadano llega a
encontrarte ahora no podré defenderte… lo tengo prohibido y no creo que pueda
convencerlo de que no te devore…
-¿Y qué haremos? ¿Y qué haré después?
-Te contagiaré… solo se puede hacer
mediante sangre, así que me cortaré, te cortaré a ti, juntamos las heridas y te
contagio… eso será fácil. Luego, mueres… tu sistema adopta el modo zombie y te
llevo a la civilización…
-¿A la civilización?- una grotesca sonrisa
pasó por su cara -¿Y qué haré en esa civilización?
-¿Cómo qué harás? ¡Diseñarás ropa! ¡Y yo
seré tu principal fotógrafo!
-¿Es eso posible?
-¡Claro que sí!
No estaba nada cómoda con mi cercanía, por
lo que traté de cortar rápidamente su brazo y el mío. Dos cortes
longitudinales, no muy profundos, pero lo suficientemente grandes como para que
sangraran lo suficiente. Los zombies tradicionalmente contagian el virus concualquier
fluído, sobre todo con la saliva, pero no los alimentados con la carne de
talaranes… y también sangramos, no tanto como los humanos, pero sí lo
suficiente… Luego de estar seguro de haberle transferido el virus, la cuidé mientras
agonizaba, cuando murióy la cuidé cuando revivió. Todavía atontada con su
renacimiento –un zombie que no consume carne de talaranes es un ser bastante
estúpido- la llevé lo más rápido que pude a comer de esa carne o algunos de los
muchos productos que hacemos con ella… cualquiera sería una magnífica protección
contra la estupidez zombie característica.
Y a partir de allí se adaptó
maravillosamente a su nueva vida. En realidad, como pudo continuar con su
antigua profesión no se sintió tan mal… y aunque al poco tiempo le conseguí su
propio alojamiento, nos dimos cuenta que éramos el uno para el otro, por lo que
terminamos viviendo juntos, en una relación que no solo nos une sentimental
sino también profesionalmente… y exitosamente, debo decir.
De pronto las luces bajaron y tres
ciudadanos disfrazados de humanos caminaron por la pasarela con sendos carteles
que decían: “Si van a comerme, háganlo vestidos con esta colección”, “También
puedes cazar, desgarrar y masticar estando bien vestido” y “Mejoremos la imagen
estética del Día del Misionero” y cuando, dejando a todos expectantes se
retiraron, comenzó la verdadera muestra.
La colección era hermosa y abrumadoramente
temática. Prendas lavables y de colores puramente zombies, de mangas ajustadas
o sin mangas, estilizado calzado femenino y masculino pero con agarre todo
terreno, pantalones holgados… todo pensado para correr y saltar y para que
ningún artículo que se vistiera molestara a la hora de perseguir o de trozar a
un humano. Hubo artículos masculinos, femeninos e incluso una línea para niños
que emocionó a los espectadores, levantando un murmullo de aprobación. No había
muchos niños en Esperanza y nunca se les permitía ir en la primera línea de
cazadores, pero que se los contemplara les parecía genial.
Impactó una parte de la muestra que
consistía en mostrar distintas herramientas para retener, cortar y destazar…
apropiadas para ciudadanos de edad avanzada que no podían disfrutar de la
hermosa sensación de cazar y alimentarse con sus manos y dientes.
¡Fue sensacional!
El desfile terminó con la presentación de
Rilah, que fue recibida con un gran aplauso. Durante el brindis posterior
recibió gran cantidad de felicitaciones y abundantes pedidos de sus prendas y la
Colección Especial se vendió en tiempo récord.
¡La moda había desembarcado en Esperanza!
Y todos sabían que el próximo Día del
Misionero serían los zombies mejor vestidos de toda la increíble y feroz
historia del planeta.
FIN
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