Queridos amigos y amigas, reapareciendo en un mundo cada vez más a tono con la ciencia ficción... Por la ciencia ficción y la fantasía!!! Es un secreto, pero nunca me fuí... Aquí estaré: pablodaniel.gandalf@gmail.com... Un gran abrazo!!!


domingo, 6 de agosto de 2017

UN BESO AL SOL

Este es el primero de cinco cuentos para niños y pre-adolescentes que les muestro hoy acá. Escribí una veintena de cuentos para esas edades y estos son los más relacionados con las temáticas de este blog. Les diré que me divertí mucho escribiéndolos y también leyéndolos nuevamente, por lo que espero se diviertan también.

                                          UN BESO AL SOL                            

Desde años incontables, hombres y mujeres le han hecho poesías y canciones a la luna, por lo que podemos decir, sin dudar, que ella ha sido desde los principios de la civilización una gran inspiradora. Quizás sea por su luz misteriosa o por su majestuoso ir y venir por el cielo o por ese estar tan lejos y a la vez tan cerca o por todas esas cosas, que ha sido tan atractiva y cautivante para soñadores y soñadoras.
Pero Teresita, aunque podría considerarse una niña soñadora, no era una de esas personas que amaban la luna.
Teresita, ya desde muy chiquita –y hablo desde los tres o cuatro años de edad- descubrió que estaba ineludiblemente, insoportablemente, enamorada del sol. Tan enamorada estaba que se le había ocurrido, escuchen bien… que tenía que darle un beso… ¡Si, al sol! Por lo menos un beso en la mejilla derecha y si podía, otro en su mejilla izquierda.
Ella se dormía soñando que le daba un beso al sol y se despertaba pensando en darle un beso al sol. Si se la veía mirar soñadora por la ventana… ¿Saben en qué estaba pensando? ¡En darle un beso al sol!
Si levantaba la vista del cuaderno de clase, cuando estaba en la escuela, seguro era para darle una mirada, por lo menos una miradita de reojo, al sol.
Pero luego, con el paso del tiempo, ya en quinto año de la primaria y sin haber menguado para nada su gran amor descubrió algunas cosas que la inquietaron. Una de ellas era la distancia que había entre el sol y el planeta donde ella vivía –y estamos hablando de La Tierra-, que no era ni más ni menos que unos 149 y medio… ¡Millones de kilómetros! Ya el número sonaba como grande pero cuando averiguó que un kilómetro son diez cuadras se dio cuenta de su enormidad… No pudo menos que pensar en cuántas veces tendría que ir a la escuela para hacer siquiera un millón de kilómetros. Quizás a nosotros nos asustarían este tipo de cálculos, pero no a Teresita, no a ella. Ella era capaz de hacer las cuentas más extraordinarias y nada la asustaba. Sabía que hasta la escuela había 25 cuadras y que ida y vuelta eran… pues 50 cuadras. Si un kilómetro equivale a 10 cuadras, 50 cuadras serían 5 kilómetros… ¡Una ida y vuelta a la escuela serían entonces 5 kilómetros! ¿Y luego? Dividió un millón (1.000.000) entre 5 y esto le daría ¡Claro! ¡La cantidad de viajes que tendría que hacer a la escuela!… cuenta que pueden hacer ustedes si lo desean para confirmar, pero que a Teresita le dio ¡200.000! ¡Así que doscientas mil veces tenía que ir y venir de la escuela para recorrer un millón de kilómetros! ¡Barbaridad! Pero Teresita no se detuvo ahí. Sabía que doscientos mil también es un número muy grande y se preguntó cuántos años tenía que ir a la escuela para recorrer un millón de kilómetros. ¡Fácil! ¡Hizo la cuenta! Dividió doscientos mil entre la cantidad de días de clase que tienen los niños en un año… Todos sabemos que un año tiene 365 días, pero también sabemos que las clases no duran todo el año. Entonces Teresita tomó un almanaque y con un marcador comenzó a contar los días que había clases ¿Saben cuántos días calculó Teresita que había clases? Sacando sábados y domingos y todos los feriados y Semana de Turismo y las vacaciones de Julio, de Septiembre y por supuesto las vacaciones grandes… ¡180 días de clases! ¡Menos de la mitad del año! ¡Nunca había pensado que fueran tan pocos días!
Entonces dividió doscientos mil entre 180… ¡Y obtuvo 1111! ¿1111 qué? ¡Mil ciento once años! ¡Descubrió que tenía que ir a la escuela mil ciento once años para hacer un millón de kilómetros! ¡Y el sol estaba a 159 millones de kilómetros!
Teresita fue a la cocina, se sirvió agua en un vaso y se sentó, tratando de tranquilizarse y de pensar, mientras bebía su agua, aunque había algo que estaba muy, pero muy claro… y era que el sol estaba muy, pero muy lejos, por más que nos ilumine mejor que las luces de nuestras casas. ¡Adiós beso al sol! Tristemente admitió que el obstáculo de la distancia era insalvable… por más que descubrió que la luz solo tarda 8 minutos y 19 segundos en hacer el viaje de la Tierra al Sol… ¡Quién fuera luz, se dijo!
Pero luego pensó en otro gran problema, quizás más grande. Porque aún suponiendo que llegara a convertirse en luz o digamos que lograra viajar a la velocidad de la luz, lo que como dijimos supondría estar en el sol en 8 minutos y 19 segundos…  ¿A que no saben qué pensó?
¡Que el sol estaba muy, pero muy caliente! ¡Espantosamente caliente, diría!
Ella sabía que el sol es una estrella, como cualquiera de las otras estrellas que brillan en el cielo, pero nunca pensó que estuviera tan, pero tan caliente.
Tan caliente está que aún estando tan lejos de la Tierra, había veces, sobre todo en el verano, que calentaba el planeta de una forma casi insoportable. Se puso a investigar y averiguó que el agua hierve a una temperatura de 100 grados de los que llamamos “Celsius” (100 º C)… y convengamos que el agua hirviendo está muy caliente… ¡Pues el sol en la superficie está 55 veces más caliente que el agua hirviendo! Una vez se había quemado con agua caliente… y pocas cosas eran más dolorosas. ¡No quería ni pensar en acercarse al sol si este estaba tan, pero tan caliente!
Finalmente, luego de varios días de dura reflexión, días en lo que pareció estar muy distraída, decidió que sería mucho más fácil y posible darle un beso a La Luna… a ver, a ver… ¿A qué distancia está la Luna?

                                           FIN



No hay comentarios:

Publicar un comentario