Esta
historia dio inicio una tarde, que como todas las tardes comenzó unos minutos luego
de haber llegado de almorzar. Almuerzo fuera, invariablemente, porque aunque lo
hago bastante frugalmente –con un sándwich y un poco de jugo de naranja me
arreglo perfectamente- me hace bien caminar, distraerme, cambiar de silla. Entonces,
a las 13 y 15 y ya con un café en la mano, continué con las entrevistas y citas
que había comenzado por la mañana. En la hoja donde aparecían mis próximas
visitas había un nombre que me sonaba conocido… Joao… Joao De Oliveira… De
Oliveira…¡Claro! ¡Habíamos compartido no hacía demasiado tiempo un seminario
sobre liderazgo en un instituto tecnológico de Sao Paulo! Él dijo trabajar en
un campo que, si no recordaba mal, no tenía absolutamente nada que ver con mi
especialidad. ¿A qué vendría?
Tres
entrevistas después llegó su turno.
Luego de un
breve saludo, en donde advertí cierto febril entusiasmo me dijo:
-¡Tengo un
excelente negocio para ti!
Aclaro que
mi trabajo es administrar fondos de inversión, por eso la propuesta. Recordé
que cuando nos conocimos le mencioné algunas características de mi trabajo a
Joao y a algunos compañeros de curso, pues fue parte de una especie de
“taller”, algo usual en esas actividades. Algo despeinado, desaliñado en
general, con la mirada algo nerviosa -todo lo que podría describirse como
“desprolijo”- no parecía la persona más
adecuada para confiarle dinero. Pero…
-Dime…
De algún
lugar de una especie de portafolios que traía colgado de uno de sus hombros, sacó
dos pequeños recipientes de plástico cerrados y transparentes, en donde luego
de mirar con atención advertí hormigas… si, hormigas vivas.
-¿Las
conoces?-preguntó
-Si, son
hormigas… -respondí, evitando apenas sonreír.
-Atta
sexdens –dijo, señalando el recipiente de su izquierda- y Atta cephalotes –
dijo, señalando al otro… respiró y continuó- Son hormigas comestibles…
Algo había
oído. Es más, había escuchado que había tres famosos restaurantes en Sao Paulo
que vendían platillos hechos con hormigas y cobraban precios increíbles por
ellos.
-¿Estas son?
-Si… estas
son las famosas hormigas comestibles… y aquí… -me dijo, entregándome una
prolija carpeta de tapa transparente- están las propiedades nutricionales de
las hormigas… ¡Te asombrará lo nutritivas que son! ¡Son además mucho más
eficaces al transformar recursos en proteínas y otros nutrientes! ¡Son
asombrosas! ¡Y además son un alimento más sano que casi cualquier otro que
puedas encontrar en el mercado!
Mi cabeza me
trabajaba a toda velocidad. Seguramente su proyecto era instalar un criadero de
hormigas… ¿Era eso posible?
-¿Planeas
dedicarte a criar de estas hormigas? ¿Para luego venderlas a restaurantes?-
Seguramente se obtendría buen dinero.
-En realidad
es más complejo que eso- me respondió- Tu sabes que estamos pasando por una
crisis alimentaria importante –yo sabía por la prensa que aquí mismo en nuestro
país, había regiones con problemas serios de alimentación-. Imagínate –continuó
Joao- qué darían países populosos como China e India para garantizar la
seguridad alimentaria de sus ciudadanos… o las zonas en dónde hay dificultades
de infraestructura, pobreza de suelos y constantes sequías como tantos lugares
de Africa… Piensa en el dinero que haríamos si pudiéramos venderles alimentos o la manera
de obtenerlos, ofreciéndoles alternativas más sanas, más nutritivas y más
baratas que otras…
-Bueno, sí,
sería muy buen negocio…
-Pero no lo
podríamos hacer con ellas –dijo Joao señalando a las hormigas frente a sí
-¿Ah, no?
-¡No!
Necesitamos más… pues, más volumen.
-¿Más
volumen? Tengo claro que para abastecer de hormigas comestibles a no sé, mil,
mil quinientos o dos mil millones de personas sin duda se necesitarán muchas
hormigas- dije, haciendo énfasis en el “muchas hormigas”.
-Yo estaba
pensando en otra cosa… en hacerlas más grandes, enormes digamos, del tamaño de
una vaca quizás…
Lo quedé
mirando. ¿Estaría hablando en serio?
Parecía que
sí…
–Una hormiga con el tamaño de una vaca y sin
ninguna de sus contras -continuó
-¿Estás
hablando en serio?-insistí
-Totalmente-
dijo, muy convencido.
-¿Y en qué
yo podría ayudarte?-lo mejor sería seguirle la corriente.
-En este
momento necesito dinero para llevar a la práctica mis ideas. Aquí… -dijo,
sacando otra carpeta y poniéndola sobre la otra- está el marco teórico sobre el
que trabajaré. He estado estudiando durante meses las cadenas genómicas de
estas hormigas y si manipulo los genes
correctos puedo obtener en un tiempo razonable hormigas del tamaño que deseo.
Te dejo a ti el ejercicio de multiplicar los beneficios netos por la cantidad
de kilos y obtendrás unas ganancias
espeluznantes…
-Del tamaño
de una vaca…- dije casi para mí mismo, en algo parecido a un suspiro.
-Así es-
dijo, y continuó.
-Ya está
probada la calidad del producto. Solo necesitamos producir una cantidad decente
para comercializar.
-¿Y con esas
hormigas gigantes se lograría?
-Totalmente.
-Pero… ¿no
serían peligrosas? ¡Serían monstruos!
-No olvides
que son vegetarianas…
-Pero
podrían ser agresivas…
-¡No! ¡Son
muy amables! Míralas… Toma una si quieres…
Destapó uno
de los recipientes, tomó una de las hormigas y la puso sobre mi mano extendida.
En realidad el animalito no parecía nada agresivo, más bien asustado, aunque me
llamaron la atención sus impresionantes mandíbulas, desproporcionadas, enormes.
Así se lo hice saber a mi posible socio.
-¡Sus mandíbulas asustan!
-Recuerda que con esas mandíbulas cortan hojas, pasto, todo lo vegetal
que han de llevarse a su casa… sobre eso crece un hongo, un hongo muy
específico, y ellas se alimentan del hongo.
-¿Entonces ni siquiera comen vegetales?
-En realidad no…
-¡Qué animalitos extraños!
-Puede ser que sean extraños, pero nos darán muchísimo dinero…
La idea de ganar dinero y muchísimo por añadidura, era muy atractiva…
pero esas enormes mandíbulas, multiplicadas por mucho, me daban una sensación
que hacía que se me erizara la piel.
-¿Y estás seguro que no serán peligrosas?
-En realidad ellas pueden atacar a otros seres vivos… pero no son
carnívoras. Solo lo hacen con aquellos que creen son una amenaza.
-¿En defensa propia, digamos?
-Si, exclusivamente en defensa propia, solo defendiendo el hormiguero,
su nido, su reina.
-Es muy emocionante…
-Recuerda que cada kilogramo de sus proteínas tendrá un costo muchísimo
menor que la carne vacuna y es, por lejos, mucho más nutritivo.
-Está bien… si me garantizas que no hay riesgo para la seguridad de las
personas te apoyaré… No dejo de pensar en sus enormes mandíbulas… y en el gran
tamaño que esperas darles.
-Tú tranquilo… no son hormigas carniceras… A esas les tengo temor en su
tamaño normal, imagínate mil veces más grandes…
-¿Y cuánto dinero necesitarías para avanzar en tus investigaciones?
La cantidad que requirió no era exorbitante y si bien no manejo grandes
cantidades de dinero, estaba dentro de mis posibilidades. Transferencia
monetaria mediante, pudo comenzar su siguiente fase en el proyecto.
Solo había algo que me intrigaba... Joao no había sido del todo sincero
cuando habló del “pacifismo” de esas hormigas… Vi un video en que una de ellas
rebanaba un pedacito de piel de la mano de un presunto atacante, que no era más
que un observador, un estudioso. Esas mandíbulas ciertamente inspiraban respeto…
y eso me tenía preocupado y algo nervioso.
Pasaron algunos meses en donde, de todas mis inversiones, siempre
trataba especialmente de estar al tanto de los avances del proyecto de Joao.
Había arrendado una enorme fábrica abandonada en las afueras de la ciudad, en
donde a fuerza de reformas, hormigón y alambradas había construido sus corrales
de crianza. El laboratorio funcionaba en las mismas instalaciones, lo que le
permitía no perderle pisada a ninguno de los procesos. Me sentía muy
entusiasmado con ese proyecto en particular, no solo por lo revolucionario de
su plan de negocios sino porque ganaríamos una cantidad impresionante de dinero
con él. Sabía lo que significaba… más dinero, más inversiones y más dinero y
así. Sonreía para mis adentros pensando en mis buenos números y en el inmenso
prestigio que ganaría.
El proyecto parecía estar encaminado… el tamaño definitivo de las hormigas
estaba logrado -¡eran enormes!- y los resultados proteínicos y de otros
nutrientes eran excelentes, incluso mejor de lo esperado.
Pero a medida que avanzaban los días el tono de Joao sugería que había cosas que no andaban bien… Dejaba
ver preocupación, duda y hasta temor.
Hasta que una mañana al despertar encontré un mensaje de Joao en mi
teléfono. Lo había enviado ya bastante pasada la medianoche.
“Te envío este mensaje porque no sé si luego podré hacerlo. La situación
aquí se me ha ido un poquitín de las manos. He cometido algunos errores,
totalmente involuntarios debo agregar”-comenzaba, con un tono nervioso- “Debido
a un defecto en el mapeo genético, o quizás a algún error accidental en la manipulación,
hemos registrado algunas mutaciones indeseadas o por lo menos sorpresivas…Mira,
estoy seguro de que han estado mostrando señales de un incremento importante en
su inteligencia y esa podría ser una interesante noticia ¿no? –su risa sonó
extraña- pero también he descubierto recientemente que tienen una reina y que
están construyendo galerías subterráneas... ¡Imagínate! Quería mantenerlas en la superficie, para
poder manejarlas con más facilidad pero han roto los pisos de los criaderos y
comenzaron a excavar, tal como lo hacen allí afuera. Además –su voz se notó más tensa- en estos
últimos dos días desaparecieron cinco trabajadores, lo que sería una muy mala
noticia, la peor de todas en realidad. Es que revisando los ensayos y los genes
que cambiamos, existe la posibilidad e insisto, solo la posibilidad, de que
puedan haber comenzado a usarnos como
substrato para alguna especie de hongo que crezca sobre animales y que ellas
puedan consumir o, siendo más pesimista, que se alimenten directamente de
nosotros, algo que diría imposible en
otras circunstancias… pero ahora todo ha cambiado. La verdad es que estoy muy
sorprendido por lo que está sucediendo… y también tengo un poco de miedo… si se
confirma que atacan animales o humanos, pues, sería algo terrible y hasta
nuestra seguridad correría peligro… pero no tengo ninguna certeza de que así
sea. Como aparentemente disminuyen la
actividad por la noche trataré de saber que está sucediendo. Bajaré a las
galerías con algunas personas que contraté y trataremos de encontrar a alguno
de los desaparecidos o por lo menos enterarnos de lo que está sucediendo.
Necesito ver ahí abajo, tomar muestras, capturar algún ejemplar para analizar… Estoy decidido a no abandonar el proyecto tan
fácilmente y haré lo necesario para llevarlo por el buen camino nuevamente.”
Eso fue lo último que supe de él. Esa noche desapareció. Jamás fue
encontrado, ni ninguna de las personas que se encontraban en el recinto esa
noche. Seguramente la incursión de Joao al subsuelo fue el detonante de algo
que, tarde o temprano sucedería.
Tampoco fue la principal de mis preocupaciones. Hubo un alboroto por
todas las personas desaparecidas y tuve que brindarles a las autoridades del
estado todo lo que sabía sobre el proyecto, además de contratar a suficientes
abogados como para que no me relacionaran más de lo necesario con lo que había
pasado en el laboratorio. En las instalaciones no encontraron absolutamente
nada que los ayudara a entender lo que había sucedido, excepto los enormes
hoyos en los pisos de cemento de las jaulas, que llevaban a unas galerías que
al parecer tenían cientos de metros de longitud, con algunas de ellas que se
internaban en la profundidad del terreno.
Por otro lado cuando las dos nuevas especies de hormigas gigantes,
además de arrasar con todo tipo de cultivos y hatos ganaderos, comenzaron a
atacar poblaciones de humanos todo se puso tan aterradoramente interesante que
solo tuve tiempo para pensar en mudarme a un lugar donde las hormigas no
lleguen -¿dónde sería?- y jugar mi última carta en las inversiones: un revolucionario
y ultra potente insecticida que va a matar selectivamente a esos traicioneros
monstruos. ¿Qué puede salir mal?
FIN
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