No hubo ninguna señal previa, ninguna
advertencia… sucedió sencillamente que una mañana se despertó y se descubrió
transformado en un ser extraño y para algunos, increíble. Estaba tan desconcertado
que llamó inmediatamente a su médico de confianza y cuando parpadeó un par de
veces ya estaba en un moderno sanatorio, bajo la vigilancia de todo un grupo de
especialistas y sometido a todo tipo de pruebas. Hipersensibilidad, eso fue lo
que le diagnosticaron los médicos. ¡Y qué palabra tan escasa para describir la
amplitud de sus sentidos! La vista, el olfato, el gusto, el tacto, el oído,
llevados hasta un punto en que no había absolutamente ningún ingenio mecánico
que pudiera igualarlos. Pero eso en realidad lo descubrieron los científicos
que comenzaron a llegar como abejas atraídas por la miel. Si pensaba que su
vida había dejado de ser su vida antes de caer en manos de los científicos,
luego todo estuvo totalmente fuera de control. Es que había revolucionado a la
ciencia mundial y en torno a él pululaban los que teorizaban sobre las causas
de los cambios, los alcances de sus facultades y los que lo estudiaban lo más a
fondo posible. Fue mantenido en secreto para el resto del planeta, pero en el
mundo académico no había un solo especialista que no lo conociera ni uno que no
hubiera diseñado o soñado con diseñar pruebas para medir su increíble
sensibilidad. Y él, asombrando a todos, pasaba cada una de las pruebas y nunca,
ni una sola vez, se equivocó… sus sentidos no solo eran increíblemente agudos
sino también infalibles. Por eso fue que cuando comenzó a sentir lo que él
describía como un fuerte y espantoso olor, nuevo y terrorífico, y lo manifestó
a los que lo estudiaban, todos se preocuparon. Todo el mundillo científico
estaba más que revuelto por ese desconcertante y amedrentador aroma que a él le
quitaba el sueño y le erizaba los pelos de miedo, más teniendo en cuenta que ni
aún el más delicado examen del aire mostraba partícula extraña alguna… el aire
estaba tan limpio que parecía un pecado respirarlo.
Le llevó su tiempo identificarlo y
cuando lo logró, comunicó asustado su descubrimiento.
La alarma fue general y por una vez
los principales científicos de todas las disciplinas de todo el mundo se
pusieron de acuerdo y bloquearon de múltiples maneras una y cada una las armas
de destrucción masiva que estaban seguros pronto serían utilizadas… pues el
olor, ese aroma tan fuerte, claro y nauseabundo, un olor que lo hacía temblar
de terror, era ni más ni menos que OLOR A EXTINCIÓN.
FIN
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