Luego de mucho tiempo "cuelgo" dos cuentos... No por falta de actividad mental... solo que trabajo varios cuentos a la vez y leo y estudio para poder escribir más y más y mejorar mi estilo... En fin, espero les guste...
EL CAZADOR
Sipi caminaba hacia la plaza, con su bicicleta al
costado, tratando de lucir lo más despreocupado posible. Cualquier lugar
soleado era bueno para su búsqueda pero en las plazas era donde más los
encontraba. Allí estaban sus presas. Viejos. Eso buscaba, viejos, ancianos y
ancianas, los que todavía quedaban, que en los días soleados se acumulaban a
decenas en los lugares abiertos, sobre todo en las plazas.
Acercándose, se colocaba bajo los rayos solares
como si el también estuviera disfrutando de su tibieza… pero en realidad
observaba cuidadosamente a su alrededor y a sus posibles víctimas. Varios
ancianos charlaban entre sí pero otros, acariciados por la luz solar, cerraban
sus ojos y parecían beber su calor. Algunos hasta quedaban en arcaicas remeras
de manga corta, mostrando sus viejos brazos.
-Hay muchos hoy- pensó Sipi, mientras preparaba el
pequeño artefacto –que él llamaba Tintín pues a veces le parecía que tenía
personalidad propia- y que el hombre llamado
Prastuk, el del mercado clandestino, le había dado diciéndole que lo cuidara,
pues era producto de la más alta tecnología, muy caro y muy efectivo. Era tan
pequeño que no resaltaba demasiado en la armazón de su bicicleta.
Mirando a los ancianos que tenía más cerca, enfocó
disimuladamente con la mira de Tintín a uno de los viejos, de larga y
desprolija barba blanca, muy flaco, macilento diría, de sucias y rotas ropas…
estaba recostado en el césped, de cara al sol, las rodillas hacia el pecho…
miró el marcador de Tintín… +5, si, era bueno, pero necesitaba algo más
“pesado”, enfocó al vecino, midió +3, al siguiente, +5, a otro, +1, y siguió hasta
que de pronto la aguja dio un brinco… +10 ¡Este si era bueno!... ése… le apuntó
con más cuidado y apretó el interruptor. Le dio un margen mínimo de +6…
mientras los pensamientos felices del anciano tuvieran ese rango Tintín los
guardaría dentro de sí. Sipi estaba contento, pues por uno de ese peso ganaría
mucho dinero.
Tan contento estaba que no advirtió a la chica que
de pronto, por sobre su hombro le preguntó:
-¿Qué haces?
Sipi se dio vuelta inmediatamente.
–¿Yo? Nada.
-¡Claro que estás haciendo algo! ¡Hace rato te
estoy observando y desde que llegaste has tenido una actitud muy sospechosa!
¿Qué ocultas?
-¡Vaya que estás confundida! No oculto nada y es
natural comportarse un poco raro en estos tiempos… ¿no?
-Puede ser, puede ser… ¿Cómo te llamas? ¿Qué es
eso?
Sipi empezaba a preocuparse aunque la chica no era
agresiva, solo un poco preguntona. Decidió no cambiar sus planes y tratar de
satisfacer su curiosidad.
-Mi nombre es Sipi… ¿Y tú te llamas?
-Elsa… y eso es…
-Es un juguete, una grabadora… no amenaza a nadie
ni hace daño a nadie, no te preocupes…
-¿Grabas cosas? ¿Para qué?
-Para comer, chica lista… vivo de esto y tengo
cuatro personas más para alimentar…
-Claro… comprendo tus motivos pero no entiendo qué
grabas y como es posible vivir de eso…
-Te explicaré si prometes no contárselo a nadie más
y si primero me dices qué haces aquí…
-Yo estoy cuidando a mi abuelo…
-¿Lo cuidas? ¿Tienes abuelo? Qué bueno… yo nunca
conocí a mi abuelo…
-La mayoría nunca conoció a sus abuelos Sipi… solo
muy pocos de nosotros alcanzan esa edad y menos todavía logran sobrevivir con
todos esos años… ¿Me dirás ahora que grabas?
-Primero la promesa.
-Te lo prometo…
-Bien, grabo pensamientos… pensamientos felices…
-¡En serio! ¿Estás bromeando?
-No, no bromeo, grabo pensamientos felices y luego
los vendo. Esta máquina, a quien llamo Tintín, enfoca las mentes de las
personas que yo le señalo y graba sus pensamientos…
-¿Y por qué vienes aquí?
-Porque los únicos que tienen pensamientos felices
que valgan la pena son los ancianos… pensamientos “pesados”… que dan dinero…
pensamientos de otras épocas…
-¡No es cierto! Yo hace un par de semanas tuve un pensamiento
feliz…
-Si, seguro… todos tenemos algún pensamiento feliz…
pero dentro de todo esto –dijo haciendo un gesto a todo su alrededor- nuestros
pensamientos a lo sumo marcan aquí… mira… + 1 o +2, máximo + 3… -le dijo
mostrándole el dial de Tintín-. En cambio mira éste…
-Marca… ¡+ 9 !
-Y llegó a marcar + 10…
-¿Y cómo pueden hacer eso?
-Son sus recuerdos Elsa… no es lo que viven ahora,
sino lo que vivieron cuando la humanidad se gobernaba… de allí traen sus
pensamientos felices, del Mundo Pasado…
-El Mundo Pasado… Ahora entiendo… A veces mi abuelo
cuenta cosas del pasado, pero pocas veces… Tiene temor de que los invasores lo
escuchen y nos maten a todos…
-A los invasores no les preocupa lo que hagamos en estos
lugares escondidos y olvidados… ellos tienen su atención puesta en las minas,
en el agua, en las usinas de energía, en los campos donde tienen encerrados a
casi todos los humanos, en la comida y en muchas cosas más… pero no en
nosotros… aquí no somos importantes para ellos…
Elsa lo miró por unos momentos. Luego le preguntó:
-¿Has visto alguno de esos pensamientos felices?
-No, no puedo… tengo que venderlos… no siempre
tengo la suerte de encontrar un + 10… a veces me tengo que conformar con un +5
o +6… y necesito el dinero…
-¿Y quién te los compra?
-Se los vendo a un hombre en el mercado clandestino
y el los vuelve a vender… Me ha dicho que hay humanos que tienen dinero que
pagan mucho por estos pensamientos felices, pero también he oído que los
propios invasores los compran… para estudiar nuestro pasado. Pero mientras me
paguen, donde terminan estos pensamientos no es algo que me preocupe mucho en
realidad…
-Es una pena que nunca puedas disfrutarlos… quizás
hablando con mi abuelo él pueda contarnos cosas lindas del pasado… así tu puedes
escucharlo…
Le presentó Sipi a su abuelo y el anciano accedió
al pedido de Elsa.
Así comenzaron. Y lo que al principio fue un favor
hecho a un joven que le caía bien a su nieta, luego se hizo costumbre, tanto
que solían reunirse hasta diez ancianos a contar sobre el Mundo Pasado y hasta
treinta o cuarenta jóvenes a escucharlos.
Contaban de cuando la Tierra no había sido
atacada, de cuando los hombres se gobernaban a sí mismos, de cuando todavía los
invasores no habían llegado, derrotando a todos los ejércitos de la Tierra y comenzado a
robarse todos sus recursos, minerales, agua, vegetales… y algunos sostenían que
también usaban humanos como fuente de materias primas… desde el uso de los
cadáveres hasta la prisión en usinas donde les extraían sus fuerzas psíquicas,
su voluntad, sus ganas de vivir… al final, los desmenuzaban y los reutilizaban…
eso decían algunos pocos, los menos, que habían llegado a ver el proceso. La
humanidad que quedaba fuera del control de los invasores era un remanente de
salvajes, escapados de las reservas o que por alguna razón no estaban
encerrados tras las alambradas y muros donde estaba casi la totalidad de los
hombres que quedaban.
Se contaban abundantes relatos trágicos y tristes,
pero también había muchos sobre las
buenas épocas, sobre el esplendor de la raza humana… en esos momentos Tintín se
llenaba de pensamientos felices. Sipi estaba haciendo mucho dinero con esas reuniones,
que uno de los viejos comenzó a llamar “asambleas” y que se hicieron tan
populares que pronto había decenas de ancianos deseando contar sus historias y
centenas de jóvenes deseando escucharlas.
Lentamente, la idea de las asambleas se comenzó a
propagar entre los humanos que no estaban bajo el control de los invasores,
entre los salvajes, repitiéndose allí donde hubiera ancianos para contar y
jóvenes para escuchar… y poco a poco, lo que comenzó como una oportunidad de
conocer El Mundo Pasado llegó a hacer pensar a los jóvenes que su destino no
era el de estar bajo las garras de los invasores, arrastrándose para comer,
huyendo de sus cacerías, muriendo en sus factorías psíquicas cuando eran
atrapados…
Había viejos que habían sido militares,
historiadores, maestros, médicos, físicos, químicos… y había quienes sabían
hacer bombas y armas…
Cuando comenzaron a creer en sí mismos, cuando
vieron posible un mundo mejor, cuando vislumbraron que era posible romper las
cadenas de la esclavitud, comenzaron a luchar, cada vez más y más fuertes, cada
vez más y más numerosos y mejor armados y comenzó a gestarse el Mundo Futuro,
un mundo donde también los jóvenes tendrían pensamientos felices.
FIN
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