Queridos amigos y amigas, reapareciendo en un mundo cada vez más a tono con la ciencia ficción... Por la ciencia ficción y la fantasía!!! Es un secreto, pero nunca me fuí... Aquí estaré: pablodaniel.gandalf@gmail.com... Un gran abrazo!!!


viernes, 20 de julio de 2012

EL EXTRAÑO HACKER


Un cuentito casi justo para el Día del Amigo… Es un tema muy trillado pero es la forma de escribirlo lo que lo hace algo diferente. Espero les guste…

Golden54 estaba nervioso, como pocas veces antes lo había estado. Cierto que era la primera cita que tenía en su vida, cosa que podía parecer extraña dada su edad, pero no había razones para pensar que este encuentro y los diálogos que pudieran darse fueran muy distintos de los que cruzaba diariamente con todos sus amigos y amigas de las redes sociales a las que pertenecía… ¡Que a sus veinte y cuatro años de edad no hubiera tenido ningún encuentro romántico no significaba que fuera un antisociable! ¡Para nada! Tenía cerca de tres mil amigos y amigas en distintas redes y foros… y  se las arreglaba para repartir su tiempo libre entre todos ellos… por lo menos un par de segundos para todo aquel que lo requiriese… ¡Lo último que podría pensarse de él es que fuera antisociable! Jugaba lo más que podía tres juegos online en los que se había especializado… con tres grupos distintos de amigos de la red… también era miembro de un grupo que compartía películas antiguas, de tres grupos que compartían y comentaban música y películas contemporáneas y además era integrante de un club de lectores, pues le encantaba leer cuando tenía tiempo para hacerlo. Incluso en su trabajo lo tenían como una persona simpática y entusiasta, aunque es cierto que si bien la relación con sus compañeros y compañeras de trabajo era muy amistosa, nunca pasaba de lo puramente laboral. Sus verdaderos amigos estaban en la red y todos lo tenían por simpático, “buena onda” y accesible si tenían que hacerle una consulta o necesitaban apoyo por algún problema…
Pero no por eso estaba menos nervioso… ¡Claro que tenía amigas! ¡Muchas! Algunas eran muy bellas… y vivían en lugares espléndidos –y otras no tanto- en todo el mundo… Pero no conocía a ninguna personalmente… visualmente si, pero nunca… bueno, nunca había tocado a una de ellas… por más que conociera mucha de sus intimidades o incluso alguna de ellas había posado desnuda para él, para mostrarle lo hermosa que era… ¡No, no se sentía raro! Es que había días que tenía tantas cosas para hacer en la red que apenas dormía… no tenía tiempo libre para nada más que cumplir una parte de sus compromisos con sus amigos… siempre le faltaba tiempo, siempre estaba corriendo, siempre trataba de robar unos minutos de aquí o de allá para cumplir con sus compromisos. Su vida se resumía en dormir –poco-, levantarse –rápido, pues nunca tenía tiempo para hacerlo lentamente-, ir al trabajo, trabajar, regresar a su casa y en el camino comprar comida –todo lo que pudiera comerse frente a una pantalla- y entrar en ese mundo que amaba tanto, el mundo que había construido para él y que compartía con tantos amigos y amigas. Normalmente solo interrumpía esto para utilizar el inodoro, cepillarse los dientes, ducharse y dormir.
Menos hoy… que estaba sentado a la mesa de un pequeño restaurante, nervioso, expectante. Estaba haciendo algo que nunca pensó que haría por una chica pero algo le decía, interiormente, que Eli911 no era una chica común… No solo porque utilizara el 911 en su denominación, que ya era bastante sugestivo, sino porque toda la información que habían intercambiado en los pasados tres días la hacían una chica “casi”  perfecta… le gustaban los mismos juegos, las mismas películas e incluso los mismos libros. Tanto le había atraído –en realidad la atracción había sido mutua- que por dialogar con ella había cancelado todas las ciberactividades del resto del día. Lo más sorprendente era que vivían en la misma ciudad… ¡y que además llevaba una vida muy parecida a la suya!
Cuando finalmente una chica vestida informalmente, de cabello negro y grandes ojos castaños se paró frente a él y le dijo “Hola… ¿Tú eres Golden54?” solo atinó a asentir con la cabeza y rápidamente se levantó y le acercó la silla… Ella sonrió y cuando se miraron frente a frente, ya sentados, ambos se rieron al mismo tiempo. Todo resultó más fácil a partir de ahí… charlaron sobre algunos juegos, sobre algunos libros, sobre algunas películas y perdieron totalmente la noción del tiempo…
En algún momento ella le había preguntado si la podía acompañar hasta su casa… se había hecho tarde y tenía que terminar algunas tareas para el siguiente día… A él le pareció muy buena la idea  y caminaron juntos, charlando animadamente…
-Disculpa que te lo diga… - le dijo Eli911 en determinado momento, cortando unos segundos de silencio–…pero sin pretender asustarte, no se como decirlo, nunca me había sentido tan bien con nadie…-
Golden54 se rió, tímidamente –Es tan extraño… pero a mí me pasa lo mismo… tengo muchos amigos y amigas pero con pocos tengo tantas cosas en común como contigo… no entiendo como no nos habíamos conocido antes…-
-Si, fue todo una serie de coincidencias, primero una invitación a ese foro de literatura… y aquél libro que tú comentaste y yo también y…
-¿Y cuando te invitaron a ese foro? Yo era nuevo también allí…
-Pues no recuerdo de quién recibí la invitación… solo sé que sucedió hace unos diez días…
-¡Igual que yo! Aunque tampoco recuerdo quién me invitó…
-Podemos verlo…
-Si… esto es un poco extraño...
-Misterioso…
-Pero bueno…-continuó él, con una sonrisa.
-Cuando llegue a mi casa lo buscaré… no me gusta detenerme a esta hora…
Se despidieron con un beso en la mejilla, aunque se iban a volver a comunicar en apenas minutos y los dos, en su interior, pensaron que sería bueno encontrarse nuevamente, lo antes posible…

Cuando llegó a su casa, Eli911 pensaba en Golden54… ¡Le encantaba!... y mientras recordaba su rostro y su sonrisa trató de encontrar la invitación a ese extraño foro donde lo había conocido… no la encontró… ¿Pero cómo había accedido a él si no había sido invitada?
En ese momento le llegó de Golden la confirmación de que tampoco había encontrado la invitación… ¿Quién los había metido en ese foro entonces?
Ese día no conversaron mucho más, pues cada uno tenía asuntos propios en la red para atender.

Al día siguiente se encontraron en un cercano parque. Golden llevó dos grandes vasos de refresco… Eli llevó dos sándwiches… Se sentaron uno junto al otro y sincronizadamente comenzaron a comer, a beber… y a deshilvanar lo que los tenía algo intrigados. Ambos habían investigado la noche anterior y durante el día y no eran los únicos que se habían conocido y entablado contactos personales en circunstancias misteriosas en la ciudad… Indagando, tanto Golden como Eli comenzaron a enterarse de más y más casos como el de ellos…
A medida que investigaban veían que los contactos eran del más variado origen… invitaciones para fiestas o reuniones o foros… comentarios en fotografías que salían de la nada pero que permitían establecer un vínculo e inclusive leyendas tales como “Conóceme, puedo gustarte” en muchas páginas de personas que, invariablemente, formalizaban este vínculo… Pero nadie sabía como sucedía… y un hacker común y corriente no se tomaría el trabajo de buscar personas que podían llevarse bien o eventualmente estar hechas las unas para las otras. Definitivamente no encajaba con el perfil de hacker que ellos conocían. Es más, muchos de los amigos y amigas encuestados habían sido o eran hackers y no se les ocurría que beneficio podía tener gastar tanto tiempo y energía en hacer  de “casamentero”.
Pero si bien estaban intrigados por esas “extrañezas” lo que había nacido entre ellos era más importante que todo lo demás… era lo más importante en el mundo.

 Continuaron viéndose y pronto su relación adquirió tal formalidad que sin vivir juntos compartían la mayoría de las noches, a veces en el apartamento de ella, a veces en el apartamento de él.

Un mes después, Golden recibió un extraño mensaje… “¿Cómo van?”.
No necesito pensarlo mucho para saber a qué se refería.
Contestó simplemente “Muy bien… y gracias. ¿Puedo saber tu nombre?”
Nunca recibió respuesta. Ni Eli, que también recibió este mensaje y contestó de forma parecida, ni ninguna de las cuatrocientas parejas que se formaron bajo el auspicio del extraño hacker.

 Resultaba muy curioso que ninguna de las parejas que habían sido “auspiciadas” por este singular hacker, se hubiera roto con el paso de los días y que incluso se fueran fortaleciendo más y más.
Esto significaba que a pesar del paso del tiempo y con lo que le había costado dominar las nuevas tecnologías, Cupido, el extraño hacker, en su paso por la ciudad había cumplido con su trabajo tan bien como siempre.
                                               FIN